La palabra "falla" tiene su origen etimológico en el latín facula, que significa pequeña antorcha. La palabra hace referencia a los carpinteros de la ciudad, que solían quemar los trozos de madera inservibles delante de sus talleres el 19 de marzo para celebrar la llegada de la primavera.
Con el tiempo, añadieron a la hoguera objetos viejos y trapos, y dieron a los trozos de madera figuras humanas.