La colina de Lycabettus tiene una historia rica y fascinante que difumina la línea entre la verdad y el mito. Es casi seguro que la colina debe su nombre a los lobos que la habitaban en la Antigüedad. Dado que lykos (λύκος) significa lobo en griego, esta explicación tiene sentido desde el punto de vista etimológico. Debido a su geografía bastante escarpada, no se ha encontrado mucha actividad humana en la colina hasta el siglo XVIII. Se han encontrado algunas antigüedades, pero ninguna que rivalice con las desenterradas en otros yacimientos de la ciudad. Durante los siglos XV o XVI d.C., se construyó la iglesia de Agion Isidoron en el lado occidental del monte, mientras que en el siglo XIX se edificó una capilla a San Jorge en la cima de la colina. Los visitantes también encontrarán un anfiteatro al aire libre que acogió muchos conciertos emblemáticos en su época de esplendor, pero que lleva cerrado por motivos de seguridad desde 2008.
La colina también tiene un pasado mitológico. Se dice que la colina apareció después de que la diosa Atenea, patrona de Atenas, dejara caer una roca del monte Peletis que había estado transportando para construir la Acrópolis. Después de que un cuervo la encontrara y le diera malas noticias, dejó caer accidentalmente la roca y ésta se convirtió en el monte que hoy conocemos.