Albania ha sido un país deseado por todas las grandes civilizaciones. Bizantinos, otomanos, griegos, romanos e incluso ilirios. Todos soñaban con conquistar ese país, que aún tiene cicatrices de aquello, y que se ha vuelto totalmente autosuficiente. Se trata de un país no muy frecuentado por turistas, lo que explica una falta de infraestructuras para acogerlos. Por otro lado, el país guarda pequeños rincones paradisíacos, gracias a la preservación de su patrimonio. Ese es el lado positivo de la no urbanización. Si vais a Albania, es a la vez para ver sus lugares arqueológicos, por su riqueza cultural pero también para ver sus playas mediterráneas.
Su capital, Tirana, tiene algunos paseos que hacen que el desvío valga la pena. Empezando por la Gran Plaza Skanderberg, el nombre del padre de la nación. La mezquita Ethem Bey y el impresionante museo nacional de historia, reconocible por el mosaico ornando la fachada, aparte de representar a los héroes nacionales, también son dignas de una visita. Para tener una vista panorámica de la ciudad, tenéis que ir arriba de la Torre del Reloj. Más al norte, para los amantes de los paseos, el lago de Skadar es ideal para una pequeña vuelta. El país también tiene varios parques como el de Lugina o Valbonës, muy salvaje que se extiende sobre 800 hectáreas. Para todo esto, vale la pena ir con un guía.
¿En busca de la autenticidad? Dirección Berat, un poco más al sur que la capital, donde predomina el encanto otomano. Las callejuelas cerca del castillo dan la sensación de hacer un salto en el tiempo.
A lo largo de la costa adriática, se encuentra el puerto principal del país, Durrës, donde subsisten algunos bunkers. El Museo arqueológico y el Palacio de verano del rey Zog merecen también que nos desviemos. Sin embargo, si preferís disfrutar del mar, hacia el sur, del lado del mar lonieno es vuestra dirección. Las pequeñas calas con agua turquesa no os harán arrepentiros del viaje.
Para disfrutar el máximo de vuestro viaje, son recomendadas dos semanas para descubrir el patrimonio del país y degustar las especialidades locales. Y no dudéis en comer mucho al medio día porque en Albania, ¡no se desayuna! En efecto, en el norte, por la mañana, se toman un Raki y en el sur, un Expresso. Y ya está. De todas maneras, si no podéis sobrevivir sin desayunar, no dudéis en buscar alguna pastelería o un café y una tostada con miel (excelente aquí).
En las tiendas de los hoteles y las ciudades así como en los bazares (sobre todo el de Krujë), puedes encontrar alfombras, filigranas de plata y cobre, esculturas de madera y alabastro, cerámica, muchos bordados, cuero, libros y discos de música folclórica. Los comercios abren de 08:00 a 18:00 de lunes a sábado.
La cocina albanesa es una mezcla entre oriente y occidente. A medio camino entre la gastronomía griega y turca. Los platos más conocidos son los shishkebab (brochetas de cordero) y los koftes (albóndigas), se suman deliciosas especialidades albanesas: el tavë kosi (cordero al yogur), el fërgesë de Tirana (carne, hígado, huevos y tomates), el çomlek (carne y cebolla), el rosto me salcë kosi (ternera asada con salsa agria), le kukurec (tripas de cordero rellenas). Por último, encontrarás también una gran variedad de pescados de mar y de agua dulce. Existen numerosos vinos albaneses, de buena calidad. La bebida local es el raki (aguardiente de orujo) o el ouzo. El coñac Skanderberg tiene la reputación de ser el mejor. Pueden encontrarse cervezas de importación pero también locales y Fernet (Fernet Branca local) para digerir bien la comida. Para brindar, los albaneses dicen: ¡Gëzuar!
De 18 a 21h, los albanos hacen el xhiro, un momento de intercambio y de relax muy organizado que suele venir después de una larga jornada de trabajo. De 18 a 19h, se reservan para la familia, se conversan y se relajan. De 19 a 21h, es momento para encontrarse con sus amigos en algún café o al borde del mar. Pese a que la capital ha abandonado esta tradición, la policía de Shköder o Vlora aún corta el tráfico a los coches para asegurar la tranquilidad de los locales que perpetúan la tradición.
Albania es conocida como el país de las águilas por una leyenda conocida en todo el país. Hablamos de un héroe antiguo que salvó a un aguilucho de una mordedura de serpiente cuando era joven. El pájaro, para agradecérselo, le ofreció la visión de un águila, la fuerza de sus alas y su protección. El joven se volvió invencible y se pasó a llamar Shqipëtar, el hombre águila.
Gracias a su clima mediterráneo, puedes visitar el país a lo largo del año. Sin embargo, si tenéis la posibilidad de elegir fecha, os recomendamos visitarla de junio a septiembre, cuando el sol está bien presente pero no hace demasiado calor. Evitar el mes de agosto, hace mucho calor y los precios son exageradamente altos.
En Albania, el desplazamiento requiere mucho esfuerzo. Las infraestructuras turísticas son muy limitadas y el estado de las carreteras, deplorable. Prever con tiempo y calcular el doble para las distancias. Además, el estado de las rutas hace que los accidentes sean más frecuentes. Id con cuidado y evitar las carreteras por la noche.
En función de la zona geográfica en la que estéis, la gastronomía será totalmente diferente. En efecto, el norte del país favorece la cocina continental y voluptuosa con polenta, patatas o arroz. Por otro lado, en el sur se privilegian los platos ligeros con sabores mediterráneos, influidos por Grecia.
Si decidís salir a comer o a cenar a un restaurante, o simplemente a tomaros una copa, no os sorprendáis por la lentitud de los camareros. A veces hace falta incluso ir a buscar el plato vosotros mismos, contando con que normalmente son inexpertos.
El agua del grifo o la leche fresca son mejor evitarlas. Intentar beber agua embotellada y leche UHT.