Los cuatro castillos de Luis II de Baviera se encuentran en la ruta alemana de los Alpes. Tres de ellos están situados cerca de Oberammergau, una adorable ciudad bávara. Hohenschwangau es el castillo donde el "rey loco" pasó su infancia. Es una mezcla de estilo Tudor, gótico y medieval. Pueden visitarse unas doce salas y contemplarse los frescos que narran episodios de la mitología alemana que hicieron volar la imaginación del pequeño Luis. Destaca la iluminación del castillo por la noche. En la montaña opuesta, más arriba, se alza el castillo de Neuschwanstein, sobre un promontorio rocoso y perdido en medio de los abetos, con las cumbres nevadas de los Alpes al fondo. Parece salido directamente de un cuento de hadas e inspiró a Walt Disney para dibujar el de la Bella Durmiente. Desde el puente Marienbrücke o cogiendo la telecabina (Tegelbergbahn), puede disfrutarse de una excelente vista de los dos castillos. Perdido en el corazón del bosque en la frontera con Austria, el castillo de Linderhof es el más pequeño de los cuatro pero también el más auténtico. El inmenso parque acoge la gruta de Venus (la mayor gruta artificial de Europa), el kiosco morisco y el refugio de Hunding. Herrenchiemsee, el cuarto castillo, a 90 km de Múnich, es una réplica del castillo de Versalles.