A pesar de contar con un importante patrimonio cultural y religioso, Innsbruck, que ha acogido dos veces los Juegos Olímpicos de invierno, es ante todo un lugar de encuentro para los amantes de los deportes de nieve. El centro de la ciudad se organiza alrededor de Herzog-Friedrichstrasse, cuyas arcadas acogen numerosas tiendas tentadoras. Un poco más lejos está la catedral de Santiago que rinde homenaje a la arquitectura barroca, al igual que el castillo de Hofburg. Date igualmente un paseo por las orillas del Inn y termina visitando el museo de arte popular de Tirol.
Ir de compras por las tiendas de la Herzog-Friedrichstrasse, pasear a orillas del Inn, tomar el teleférico que te lleva en 20 minutos del centro medieval a un restaurante a 2000 m de altitud, y luego sin duda abandonarse al esquí.
La catedral de Santiago, el castillo de Hofburgo y el Museo de Arte Popular Tirolés.
No olvides llevar tu equipación de esquí si deseas vivir una estancia cultural, las pistas están a solo 20 minutos del centro en teleférico.
Atención al esquí fuera de pista: el Alpinarium de Galtür en homenaje a las víctimas de la avalancha del invierno de 1999 nos recuerda que la montaña puede ser cruel.
Las diferentes sopas, la charcutería como el speck (jamón ahumado), las múltiples wurst (salchichas), los salchichones, las pastas rellenas, la crujiente Wiener schnitzel (escalope empanado), el goulash con pimentón, los spätzle (pastas) con todo tipo de formas, platos elaborados con animales de caza (ciervo, falda de corzo con arándanos), trucha de montaña, käsekrainerwurst (salchicha rellena de queso), rollmops (rollitos de pescado crudo), käsenudeln (pasta con queso), brathendel (pollo asado) y, por supuesto, de postre la imprescindible y deliciosa Apfelstrudel (tarta de manzana). Entre descenso y descenso de pistas, puedes hacer un descanso para tomar schnaps (aguardiente) o vino caliente con canela en uno de los muchos bares restaurante de la montaña. Los más responsables o los golosos preferirán un chocolate caliente.
Mantelerías, muñecas de porcelana, jarritas de cerveza, camisetas, relojes de cuco austriacos, especialidades tirolesas (licores, chocolate, mermelada, jamón ahumado tirolés, quesos artesanales, etc.), cristalería, artículos de vidrio, vidrio pintado, vidrio soplado, etc.