Olinda, ciudad colonial, ofrece la tranquilidad de sus calles. El convento franciscano de San Francisco atesora una iglesia y una capilla. No hay que perderse sus cuadros de azulejos que representan escenas de la vida de San Francisco de Asís. A los amantes del arte les gustará la Praça da Sé y su vista de la costa. Al final de la tarde y durante los fines de semana, la gente tiene la costumbre de acudir a este lugar para beber, comer y escuchar música.