Pocos coches, ningún rastro de deforestación: lo que le llama la atención al viajero apenas llegado es la pureza del aire y la calidad del medio ambiente. Gracias a unas leyes estrictas, el reinado logró preservar sus imponentes paisajes casi vírgenes. El bosque aun cubre alrededor de los tres cuartos de la superficie del país y los espacios creados por la intervención humana en los valles alternan con altas tierras aisladas donde las banderas con sus oraciones ondeando por los aires son los únicos testigos de la civilización. Las cimas nevadas del himalaya nunca están demasiado lejos pero el escalonamiento geográfico del país que crece mientras uno más se aleja de la frontera india, la dan un aspecto especifico a los paisajes.
Al haber permanecido cerrado al mundo hasta 1974, Butan preservo su ecosistema. Además la caza y la pesca no forman parte de las costumbres y del modo de vida budistas.
La vida de los Butaneses está intrínsecamente unida al budismo. Así como el artesanado, la música y el baile. Allí son obras religiosas que tienen valor propio y no estético como en Occidente. Los principiantes sin duda solo distinguirán la belleza y la fineza de las representaciones así como la gracia y la elegancia de los vestidos de los bailarines. Las numerosas fiestas del calendario lunar constituyen una ocasión inesperada para observar la vivacidad de esta herencia religiosa.