Cada isla del archipiélago posee su propio paisaje. Pero atención, no os fiéis del nombre Cabo Verde que suena a una promesa de frondosidad. La realidad es otra. Son unas tierras extremadamente áridas y rudas como la vecina Senegal. Los paisajes desolados que los colonos portugueses bautizaron como Cabo Verde debió de ser una falta de inspiración.
Las costas y las playas más bellas se encuentran en Sal y Boa Vista. En las otras islas sólo encontrarás guijarros y arena negra.
La flora en Cabo Verde es más bien pobre, aunque existen unas 300 especies importadas por los navegantes portugueses. La fauna terrestre también es poco importante. Por otro lado, la fauna marina es muy rica y variada, de esas que encantan a los submarinistas y a los pescadores.
No hay museos, ni monumentos, pero si que algunos artistas cabo verdienses exponen en los restaurantes y bares. También podrás visitar su taller, como el del hermano de Figueira (Tchalé y Manuel) en Mindelo, en la isla de San Vicente. La música es una parte importante en la vida de Cabo Verde.
Muchos sitios de Cabo Verde merecen una parada. Como son las playas, los desiertos, las cuevas, que le dan forma a la naturaleza de un modo a veces extraño e inesperado.
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