En 1968, un navío de carga de nombre Cabo Santa María naufragó junto a las costas de Boa Esperança, al norte de la isla. Un maná para los isleños, que pudieron apropiarse de todo el cargamento del buque, mientras que la tripulación abandonaba rápidamente la isla. Más de cuatro décadas después, el pecio se ha convertido en una de las atracciones de la isla ya que la estructura de acero, azotada por las olas en medio de ninguna parte, ofrece un espectáculo fascinante.
Al lugar se llega en 4x4 a través de una sinuosa carretera empedrada construida por los portugueses, seguida de una pista, cada vez en peores condiciones, en medio de las palmeras y las acacias. Entre las rocas y las escasas gramíneas, podrás divisar algunas cabras y asnos. También puedes ir a pie desde Sal Rei y optar por diversos caminos (se tarda entre hora y media y dos horas de ida).