Camboya es un país que destaca por la enorme variedad de paisajes que posee: playas de arena blanca selva, manglares y cascadas adornan un territorio conocido en todo el mundo por las fabulosas ruinas de Angkor, con el célebre templo de Angkor Wat a la cabeza del ranking de atracciones de este enigmático país, famoso por la amabilidad y espíritu acogedor de sus habitantes para con los turistas.
Increíble e inolvidable, Angkor es una de las maravillas del pasado que merece la pena visitar al menos una vez en la vida. A su entrada posee grandes estatuas talladas en piedra y, tras ellas, miles de puertas ocultan auténticos tesoros arquitectónicos de una de las civilizaciones más relevantes de la historia de Asia. Podrás encontrar paredes ocultas en mitad de la naturaleza, árboles centenarios que imponen sus raíces sobre las piedras, y monjes que te bendecirán a tu paso. El templo principal, Angkor Wat, es el edificio más grande de todo el complejo histórico. Contemplar la salida del sol sobre esta construcción es una experiencia única que reúne a numerosos turistas cada año.
La ciudad contigua de Siem Reap te acogerá al finalizar la visita para que puedas descansar de tu periplo por los laberintos de Angkor en uno de sus restaurantes tradicionales situados en sus anchas calles. Además de su imponente patrimonio arquitectónico, Camboya también destaca por su rica y variada herencia cultural.
Visitar los campos de exterminio de Jemer, situados en las proximidades de la capital, Phnom Penh, es una experiencia diferente pero muy interesante que te permitirá profundizar en la historia reciente del país, siendo considerado como el principal símbolo de la opresión de la población y el genocidio cometido por jemeres rojos durante los años 1970, cuyo régimen cayo hace algo más de treinta años. Desde los años 1990, la cultura tradicional ha renacido poco a poco con los espectáculos del Ballet Real de Camboya y los teatros de máscaras.
Camboya es una antigua colonia francesa que ha mantenido unos particulares lazos de amistad con Francia, especialmente en el mundo de las artes. Algunos artistas franco-camboyanos como Rithy Pan han participado en esta renovación cultural.
La población budista es muy acogedora con los turistas y muchos de ellos no tendrán problema alguno en explicarte las verdaderas costumbres de su país. Phnom Penh, la capital, es una ciudad que se encuentra en plena expansión. Su superficie se extiende sobre un área casi tres veces superior a la de París.
Los mercados de la ciudad son verdaderos laberintos urbanizados en los que podrás encontrar cualquier producto que busques como alimentos, ropa, material informático o piezas de porcelana entre otros. Si deseas comprar un krama, el fular tradicional del país elaborado con algodón o seda, te costará entre 2 y 5 euros. No dudes en dar una vuelta por el mercado ruso (que de ruso solo tiene el nombre) para saborear un rico rollito de primavera. Si prefieres acercarte al mercado central, encontrarás todo mucho más organizado que en el resto de mercados, pero ni de lejos encontrarás la misma cantidad de objetos tradicionales. Este último mercado lo podrás reconocer desde cualquier punto de la ciudad gracias a su llamativa y gigantesca cúpula amarilla.
A pesar de tratarse de un destino menos frecuentado que Tailandia, Camboya te ofrecerá ofrece una gran variedad de actividades especialmente pensadas para el deleite de los turistas. Embarcar hacia el sur y disfrutar de las islas y sus paradisiacos arenales o de las ciudades costeras y de sus playas de arena blanca y lisa como las de Sihanoukville, Kep o Kampot te permitirá descubrir la otra cara del Reino Jemer. Situada en la zona oeste, la provincia de Koh Kong, es una de las regiones menos visitadas del país, pero en ella tendrás la posibilidad de hacer trekking en la propia selva. Cascadas y paseos en elefante te esperan en la zona norte y este de Camboya. Este país poco escarpado posee algunas montañas poco habitadas cerca de los pasos fronterizos desde las podrás disfrutar de sus bellos paisajes.
No dejes de traerte algún krama, el foulard tradicional de cuadros de los camboyanos que puedes encontrar en cualquier mercado. Calcula de dos a cinco euros para los modelos en algodón y algo más si son de seda bruta. Todos los artículos textiles puedes comprarlos a un buen precio. En el corazón del gran mercado central de Phnom Penh hay diversos puestos de joyas de oro. En cuanto a la artesanía, un buen lugar para comprar vajilla y objetos labrados en plata es el bien abastecido Mercado Ruso. Ten cuidado, debido a los grandes saqueos que se producen en los templos de Angkor, todo tipo de comercio de viejas piedras y antigüedades está estrictamente prohibido. Las tiendas abren de lunes a viernes de 08:00 a 18:00 aproximadamente.
La cocina camboyana, muy parecida a la de sus vecinos tailandeses y vietnamitas; es rústica, variada y algo picante: caldos, ensaladas de verduras y hortalizas crudas a base de papaya, y numerosos platos de carne o de pescado acompañados con arroz, son la base de la alimentación del pueblo Jemer. Muchos platos tienen como ingrediente el Prahok, pescado en salmuera cuyo fuerte sabor puede chocar a algunos paladares occidentales. La baguette, legado del protectorado francés, es algo poco normal en Asia pero muy común en la ciudad de Phnom Penh. No dudes en probar los suculentos crustáceos y mariscos en los restaurantes ubicados a orillas del mar, así como los deliciosos guisos de pescado que preparan en las cercanías del lago Tonlé Sap, marinados en salsa y servidos a la brasa. En cuanto a las bebidas, puedes elegir entre el té, por supuesto, y las marcas de cerveza locales como la Angkor Beer, ligera y deliciosa.
Al igual que en muchos otros países del continente asiático, no debes tocar la cabeza de un niño ni señalar cualquier persona u objeto con los pies. Saluda haciendo un gesto amistoso mientras juntas las manos a la altura del pecho o de la parte de debajo de la cara con los dedos hacia arriba. Aquí no es típico utilizar un beso como saludo. Por último, si encuentras personas ancianas a tu paso, trátalas con mucho respeto.
El regateo es siempre el bienvenido, está considerado una forma de socialización y un instrumento de negociación comercial. Los camboyanos son de naturaleza tranquila y les cuesta mucho ponerse nerviosos. Mostrar enfado en público está considerado como un símbolo de debilidad. La sonrisa es la mejor respuesta frente a cualquier ofensa.
Quítate los zapatos a antes de entrar a cualquier templo o recinto religioso. De igual manera, descúbrete la cabeza si llevas gorra o sombrero y procura cubrirte los hombros. Antes de realizar cualquier fotografías en el interior de estos espacios, pide permiso a los guías o vigilantes.
No alarmes a los púdicos camboyanos enseñando demasiado tu cuerpo con faldas cortas, escotes, etc., aunque haga mucho calor. En la mesa, no se ponen los dedos en contacto con la boca, para eso están los palillos. Si alguien te sirve algo de comida o una bebida, devuélvele el gesto.
Si viajas solo en Phnom Penh y quieres descubrir uno de los transportes típicos de la zona, no dudes en coger el tuk-tuks, un taxi-motocicleta que además de original es bastante barato. Este divertido medio de transporte te ofrecerá la posibilidad moverte por la ciudad de una forma más rápida que con un taxi normal. Si visitas la capital, recuerda dedicarle algo de tiempo al Palacio Real, una imponente obra arquitectónica de corte clásico y enorme belleza.
No olvides sacar tu visado anticipadamente en la embajada, sino te verás obligado a pagar costes suplementarios (e ilegales) al tramitarlo en algunos pasos fronterizos.
Dedica al menos tres días para la visita del complejo histórico de Angkor. Es el tiempo mínimo necesario para sacarle todo el partido posible a la riqueza arquitectónica de este mágico lugar. Los conductores de los tuk-tuks os propondrán tarifas especiales para acompañaros durante los días en los que realicéis vuestra visita. Los pases para la visita del complejo son de 1,3 o 7 días. A unos 30 kilómetros al norte del complejo principal Angkor Thom encontrarás el templo de Banteay Srei, saqueado en los años veinte por Malraux. Ten cuidado con los comerciantes de piedras antiguas, ya que tanto su venta como su compra está totalmente prohibida.
Cuando vayas a comprar algún producto en los mercados, no dudes en regatear los precios. Forma parte de la tradición local. Los comerciantes, acostumbrados a esta práctica, hinchan los precios a sabiendas de que después serán menores. Del mismo modo, no olvides que en algunas zonas más pobres, unos céntimos, que para nosotros no es nada, puede ser mucho para ellos, por lo que te animamos a ser solidario siempre que puedas.
En cuanto a la seguridad, Camboya no es un lugar al cien por cien seguro pero tampoco realmente inseguro. Hay que ir con cuidado y no dudar en preguntar a los locales si hay algún peligro en la zona. Si te desaconsejan realizar un desplazamiento, no te la juegues y hazles siempre caso.
En las provincias de Mondolkiri y Rattanakiri podrás disfrutar de unos paisajes similares a los del lejano oeste, siendo una región muy atractiva y poco poblada donde las minorías habitan en poblados ubicados en las montañas.