A lo largo de 23 km y con 12 km de ancho, la Isla de Pascua es una tierra barrida por el viento que impide a la vegetación crecer generosamente sobre un suelo, sin embargo, fértil. Su relieve forma una sucesión de colinas delimitadas por muros de piedras negras. La mayoría de sus costas están rodeadas por acantilados abruptos, lejos de la imagen de postal de las islas del Pacífico.
La isla dispone de pocas playas de arena, sopla el viento todo el año, y no es demasiado propicia para las sesiones de ocio. Para suplantar estas carencias, Pascua ofrece preciosos rincones en los practicar submarinismo, con botella o a apnea.
Los orígenes de la cultura rapanui son polinesios, pero las tradiciones evolucionaron para formar una identidad específica de la cual todavía no se conocen sus todos sus aspectos.
Los monumentos más célebres de la isla de Pascua son los moaï, las estatuas que representan a los antepasados divinizados. Se puede ver también donde se tallaba el moaï, así como las pinturas rupestres de la cueva de Ana Kai Tangata.
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