
Profundamente transformada tras los Juegos Olímpicos de 2008, Pekín (Beijing) suele ser la primera etapa de un viaje al "Imperio del Medio". Además de visitar la misteriosa Ciudad Prohibida y la famosa plaza de Tiananmen, es obligatorio hacer una excursión a la provincia de Hubei, donde hay muchos lugares distinguidos por la Unesco. Es el caso de la Gran Muralla y del Palacio Imperial de Chengde, residencia estival de los emperadores manchúes. La ciudad de Pekín y sus alrededores, llenos de parques con templos, pabellones y monumentos erigidos en las diferentes dinastías. Antaño lugares de aislamiento y descanso, estos jardines imperiales siguen funcionando como lugares de ocio en un entorno único. Especialmente el parque del mar del Norte Beihai, el parque de las Colinas Perfumadas Xiangshan y el parque zoológico Dongwuyuan, ¡donde podrás conocer al panda gigante!
La revolución cultural fue un período negro para los artes chinos. Durante diez años, sus artesanos, con Mao y su esposa Jiang Qing en primera linea, se empecinaron en destruir todo tipo de creación artística. Intelectuales, pintores, poetas y cineastas fueron enviados a campos de trabajo, a la cárcel o directamente fueron asesinados. Una parte del patrimonio, cerámicas, caligrafías y bordados, fue destruida. Desde entonces, China emprendió obras de restauración de algunos lugares turísticos.
Un consejo : para aprovechar de las dos visitas ineludibles desde la capital, conviene abstenerse de recorrer la Gran Muralla y las tumbas Ming el mismo día. La mayoría de los turoperadores lo propone ya que los dos sitios se encuentran en la misma ruta pero el visitante se siente frustrado por la falta de tiempo.
Los parques con sus templos, pabellones y monumentos construidos bajo las distintas dinastías abundan en la ciudad de Pekin y sus alrededores. Antiguos lugares de retiro y de descanso, estos jardines imperiales siguen siendo lugares de ocio en un marco único. Fuera de los embotellamientos, el encanto opera.