Shangai es una megalópolis que ronda los 20 millones de habitantes. Es la ciudad más famosa, ha pasado de tener 300 rascacielos en 1996 a más de 3.000 en la actualidad. No te la pierdas si quieres hacerte una idea de cómo viven los chinos en las zonas urbanas, de los atascos en las intersecciones y de decenas de torres en construcción; en pocas palabras, de la China del siglo XXI.
Como la China antigua (la que seduce sobre todo al viajero occidental) desaparece a pasos agigantados, con dos días tienes suficiente. Por lo tanto, hay que darse prisa para ver los últimos callejones de la ciudad china y sus jardines de la Felicidad (Yuyuan), en la orilla suroeste del Huangpu, el río que atraviesa Shangai antes de desembocar en el Yangzi, el río Azul. Un minicrucero te permitirá apreciar la importancia del puerto internacional de Shangai. No te pierdas: el Bund, una inmensa avenida-muelle-paseo que bordea el río Yangzi, y que recorren cientos de barcas. Está rodeada por bancos y antiguas intervenciones extranjeras de los años 30. Acude temprano, a la hora del tai-chi-chuan, la gimnasia que se practica antes de entrar a trabajar. En pleno centro de la ciudad, es también el lugar en el que se desarrollan las grandes fiestas. También te recomendamos que entres en los monumentales vestíbulos de los bancos, que eches un vistazo a la decoración «art déco» y a las lámparas firmadas por Lalique en el Peace Hotel (antiguo Cathay). A continuación, atraviesa el río para recorrer la otra orilla, el Pudong. Este inmenso barrio ultramoderno, dedicado a los negocios, cuenta con una segunda línea de metro y dos puentes enormes. Pero no tiene ningún encanto especial. Si subes a la cima de torre Oriental Pearl (tienes que pagar 100 CNY y esperar una larga cola), disfrutarás de una vista espléndida de la ciudad y el río. Visita también el antiguo «barrio francés» o al menos lo que queda de él. Se encuentra situado al lado de la calle Huahailu, la antigua avenida Joffre, y la arquitectura es característica de finales del siglo XIX. El museo de Shangai, construido en 1994, es mucho más interesante. Su forma recuerda a un antiguo navío chino. Bronces, esculturas, cerámicas, caligrafías y mobiliario de la época Ming y Qing nos evocan todas las grandes dinastías reinantes (estación de metro Renmin, entada 20 CNY).
Los habitantes de Shangai se enorgullecen del nuevo teatro de la ópera, construido por el arquitecto francés Jean-Marc Charpentier. Nanjing Road, los «Campos Eliseos de Shangai», son un escaparate del lujo internacional. En las calles y en los centros comerciales ultra modernos, deambulan las chicas más bellas de China, apasionadas por la moda, por la cirugía estética y por un «look fashion». En cuanto a los espectáculos, el Teatro acrobático de Shangai propone, todas las noches, alucinantes espectáculos tradicionales. También se puede elegir entre un karaoke, el techno del Real Love y una velada en el Peace Hotel, donde todas las noches toca una orquesta de jazz chino, estilo años 30.
Un mini crucero permite medir la importancia de Shanghái como puerto internacional. Subir a la cima de la torre Oriental Pearl (unos 100 CNY y una larga espera) para admirar unas magníficas vistas de la ciudad y del río. De tiendas por Nanjing Road, la calle comercial de Shanghái con todos sus escaparates exhibiendo el lujo internacional. Por las calles y los centros comerciales ultra modernos deambulan las chicas más guapas de China, apasionadas de la moda, de la cirugía estética y de los «looks» modernos. El Teatro acrobático propone unos espectáculos tradicionales impresionantes todas las noches. Otras opciones son un bar de karaoke, la música techno del Real Love o una velada en el Peace Hotel donde cada noche toca una orquesta china de jazz estilo años 1930.
El Bund, una inmensa zona peatonal que bordea el río Yangzi, está repleto de bancos y antiguas concesiones extranjeras de los años 1930. El barrio de negocios de Pudong y su bosque de rascacielos. La antigua «ciudad francesa», en el lado de la calle Huahailu, la antigua avenida Joffre, con su arquitectura de finales del siglo XIX. El museo de Shanghái, la nueva ópera.
Shanghái es una megalópolis futurista que puede resultar estresante y agobiante.
Si tienes vértigo, no subas a la parte más alta del rascacielos.
Tallarines, sopa, cerveza...
Ropa de seda, rollos de pintura sobre seda, objetos o sellos esculpidos en piedra blanda, biombos, porcelanas, antigüedades verdaderas o falsas, material de caligrafía, cometas, dulces, etc.