Fundada en 1514 por Diego Velázquez y más tarde punto de partida para la conquista de México, Trinidad, situada en la región de Sancti Spiritus, está orientada hacia el mar Caribe en la costa sur de Cuba. Auténtica ciudad-museo, primero fue classificada por el gobierno cubano como Monumento Nacional (1965) y luego fue registrada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco (1988). Vestigio de una época pasada, su arquitectura fascina a pesar de lo vetusto de los monumentos y plazas del lugar: mansiones coloniales de la época de los españoles, antiguas haciendas que pertenecieron a los terratenientes de las explotaciones azucareras del centro de la isla... Los tejados son de tejas y los muros de piedra de sillería, y las fachadas están decoradas con mármoles y maderas nobles. Desde los años de opulencia en los que el azúcar hizo de ella una ciudad de arte y de cultura, el tiempo parece haberse detenido en Trinidad. Aquí no se encontrará ni rastro de modernidad. En la actualidad, es una ciudad de tamaño medio (50.000 habitantes), abierta y cálida. Pese a un turismo creciente, sus habitantes siguen siendo fieles a sus tradiciones, especialmente musicales, y son tan acogedores que nos olvidamos de su pobreza. Trinidad es un lugar lleno de historia que satisfará a los curiosos. Los amantes de los baños de sol y de mar estarán un poco decepcionados por la lejanía de las playas, que varía en función del lugar de veraneo de 2 a 15 kilómetros. Trinidad tiene un aeropuerto que conecta con las ciudades de la isla, pero no tiene aeropuerto internacional. La hostelería es muy diversa en términos de tarifas, estilos y lugares de implantación.
Deambular por el mercado de artesanía. Visitar una fábrica de puros. Escuchar música en la casa de la Trova o en la casa de la música.
Para disfrutar plenamente de Trinidad, hay que perderse por las callejuelas. Toma la plaza mayor como punto de referencia, y aventúrate por la ciudad.
Se debe evitar la época de los ciclones (octubre y noviembre). Llévate ropa ligera y crema solar.
Se debe evitar hablar mal de Fidel Castro. No hay que tener un comportamiento o decir cosas que puedan incomodar a los cubanos. No se les debe preguntar qué piensan del régimen político, de Castro.
La cocina cubana es bastante pobre y poco diversificada. Pollo y arroz son los principales alimentos de la cocina cubana. En cuanto a las verduras, en la mesa se sirven patatas o plátanos fritos y a veces ñames. Pero hay que probar sobre todo las langostas. Los postres no son nada del otro mundo, se pueden comer helados, sólo de dos sabores, fresa y chocolate.
Desde luego, el ron cubano es excelente. Los amantes de los puros podrán traerse provisiones. El souvenir local para los señores puede ser la auténtica camisa cubana, guayabera o el sombrero de paja de los campesinos, el guajiro. En cuanto a la música, se pueden encontrar numerosos CD de artistas locales.