Dominica, contrariamente a Guadalupe y a la Martinica, no posee largas extensiones de playa de arena blanca. Para bañarse, hay que contentarse con sus playas de arena negra.
Reino de los animales y de la vegetación, esta isla es particularmente apreciada por enamorados de la naturaleza. Las caminatas por la selva o sobre las cumbres, permiten una observación privilegiada de las numerosas especies animales que residen allí. Dominica es también el paraíso de los submarinistas, porque todavía se salva del turismo de masas.