Aunque no representa más del tres por ciento de la superficie de los Emiratos Árabes Unidos, Sharjah ofrece la mayor diversidad de paisajes. Se trata del tercer emirato por sus dimensiones y el único cuyas costas están bañadas por dos mares: el golfo Pérsico y el golfo de Omán, en el océano Índico. Las playas de arena dorada se extienden, sobre todo en la costa este, a los pies de la montaña Hajar, que se eleva a 1.500 metros por encima del desierto. Su centro turístico es Khor Fakkan, un paraíso para los amantes del submarinismo. Sharjah se compone de cinco enclaves, el mayor de los cuales se sitúa en el golfo Pérsico y engloba la capital, con el mismo nombre, así como una parte del territorio de Ajman, incluida su capital. Los cuatro enclaves restantes, de tamaños prácticamente idénticos, dan a la costa este, en el golfo de Omán. Sharjah también cuenta con destacados oasis, el más conocido es Dhai, donde se cultiva una amplia variedad de fruta y verdura. Un brazo de mar penetra en la tierra. En el pasado, estaba custodiado por un fuerte que hoy está restaurado. Si remontas a lo largo del Creek, los paisajes se vuelven verdes, crecen los manglares en las orillas y se pueden observar las muchas aves acuáticas que pueblan la zona. Las orillas arenosas del Creek son un paraíso para los amantes de las conchas y las caracolas, ya que permiten vislumbrar los tesoros que encierra el océano Índico. Hay una multitud de animales para descubrir, como el leopardo de Arabia, prácticamente extinto, o el órix. En ocasiones se pueden observar zorros, mangostas y roedores, y a menudo se encuentran camellos y cabras. El mundo submarino, gracias al agua caliente y a los arrecifes de coral, rebosa de vida.