Situada al norte de la Península Ibérica, la Comunidad Autónoma de Cantabria destaca por su variada geografía salpicada de montañas y valles que contrastan con las zonas del litoral en las que cada verano se dan cita miles de turistas para disfrutar de los preciosos arenales que atesora la que es una de las regiones más verdes de España. Los amantes de la naturaleza apreciaran la enorme riqueza de especies de flora y fauna que podrán apreciar a través de las múltiples e itinerarios turísticos que se desarrollan a los pies de la cornisa cantábrica para perderse entre las reservas naturales de los Picos de Europa, así como en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno.
La historia y la cultura son otros de los principales alicientes para visitar Cantabria, siendo las mundialmente conocida cuevas de Altamira uno de los principales centros de interés turístico de la región. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y denominada como "Capilla Sixtina del Arte Rupestre", este impresionante yacimiento arqueológico es considerado como uno de los más importantes no solo de Europa, si no del mundo entero. Además del arte prehistórico, Cantabria dispone de un buen puñado de importantes construcciones como el Palacio de la Magdalena de Santander, el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, el Palacio de Sobrellano o el Capricho de Gaudí de Comillas, que no pueden faltar en la hoja de ruta de ningún viajero.
Mención aparte merecen las playas de la Comunidad, entre cuyos más más de 60 arenales podemos destacar lo situados en los alrededores de las localidades de Laredo y San Vicente de la Barquera, o la conocida playa urbana del Sardinero de Santander, lugar de veraneo por excelencia de las burguesía castellana y madrileña a principios del siglo XX, en torno a la cual se construyeron algunos de los edificios más bellos y emblemáticos de la ciudad siguiendo los trazados arquitectónicos de la Belle Époque, como el Gran Casino y el Hipódromo de Bellavista.
Por último pero no menos importante, la gastronomía cántabra enamorará a los amantes de la buena cocina, ofreciendo un selecto mestizaje de manjares de mar y montaña como el típico cocido montañés, las rabas, los guisos de pescados como la lubina o la merluza en salsa verde, los bocartes (boquerones), las anchoas de Santoña, las carnes de caza y de vacuno, y los célebres sobaos pasiegos, amén de otros conocidos postres como la quesada.
Para irse de Cantabria con buen sabor de boca, nada mejor que llevarse alguno de los productos de su despensa. Una latita de anchoas, un paquete de sobaos pasiegos, un frasco de atún en aceite, una quesada, un queso... cualquiera de ellos nos permitirán deleitarnos con el sabor cántabro. Santander, como cualquier otra capital, cuenta con varias calles comerciales con los principales establecimientos de moda. Si lo que buscamos son objetos de artesanía, en los pueblos más turísticos de Cantabria encontramos pequeñas tiendas con abarcas, zuecos de madera, piezas del ajuar doméstico (vasos, cucharones, jarras), también de madera, o cuévanos (cestas).
Quesos, carnes, conservas, pescados y mariscos, postres... La despensa cántabra es tan variada como exquisita. Los ricos productos de este paraíso fértil (del mar a la montaña, pasando por la huerta) y la elaboración tradicional de pucheros y recetas ancestrales confluyen en una cocina exquisita y de carácter propio. Comer en Cantabria es todo un placer. Y dicho deleite puede ser aún mayor si nos detenemos en las especialidades de cada comarca. En Santander, una gran idea es optar por un menú pesquero compuesto por mariscos como las mayuelas y morqueras, o pescados como las anchoas, los calamares o la lubina. En Castro Urdiales no hay que perderse el célebre besugo «a la prevé» (asado) y los caracoles de tierra; en Laredo, el bonito, y en Santoña, las anchoas (de fama mundial) y por qué no una langosta o un bogavante a la plancha. En Liébana el protagonismo lo tiene el cocido lebaniego (un clásico), pero también las verduras, los quesucos, el aguardiente de orujo y la miel. En Saja-Nansa que no falte el cocido montañés, ni tampoco la carne de vaca Tudanca. ¿El salmón, las truchas y las anguilas? Sin duda, en el Valle de Asón. Respecto a los postres, los más célebres son los deliciosos sobaos pasiegos, típicos de Cantabria en general y de los Valles Pasiegos en particular. Varios productos cántabros están amparados a distintivos de calidad: DO Queso de Cantabria, DO Picón de Bejes-Tresviso, DO Quesucos de Liébana y la IGP Carne de Cantabria.
La canción montañesa y los «picayos», un baile normalmente protagonizado por hombres con música cantada por mujeres, son dos de los elementos más tradicionales del folclore cántabro. Los bailes típicos pueden ser religiosos o laicos. Entre los segundos destacan los bailes de pareja como la jota montañesa, en los que la mujer asume un papel más relajado, sin apenas moverse durante la danza, mientras que el hombre se contonea de forma enérgica. Otra danza importante es «La Baila de Ibio», de carácter señorial y muy antiguo en el que los bailarines se mueven al ritmo del cureno rememorando un antiguo baile guerrero. Baile de arcos, paloteo, pericote y habaneras son otros bailes tradicionales de Cantabria. En cuanto a los instrumentos ligados al folclore, se encuentran el tambor, el pandero y la pandereta.
Respecto al deporte, uno de los más antiguos es el juego de bolos, muy arraigado al ocio de aldeas rurales. El salto pasiego es otra actividad de fuerza y habilidad propia de las fiestas de la comunidad.
Cada comarca cántabra cuenta con su traje típico popular, así como con sus propias tradiciones, variando en gran medida las costumbres si se trata de los campurrianos, sobanos, pasiegos, lebaniegos, etc.
En cuanto a las fiestas y festividades más destacadas de la comunidad, podemos destacar el conocido Carnaval de Santoña (celebrado 40 días antes de Jueves Santo), uno de los más importantes del norte de España; La Folia en San Vicente de la Barquera (el domingo siguiente al martes de Pascua); el Día de Cantabria o Fiesta de la Montaña (el primer domingo de agosto), en Cabezón de la Sal; la Gala Floral de Torrelavega (15 de agosto); la Batalla de las Flores de Laredo (último viernes de agosto), y las célebres Guerras cántabras (última semana de agosto-primera de septiembre), en Los Corrales de Buelna, en las que se rememoran la lucha entre el emperador romano César Augusto contra los cántabros durante los años 27-25 a.C.
Cantabria es una región de fuertes contrastes geográficos entre los que pueden descubrirse algunos de los más bellos paisajes del norte de España. Cumbres, bosques, valles, praderas, playas, acantilados, rías... el paisaje es tan variado como hermoso. Si quieres admirar la belleza y subir hasta la cumbre de los Picos de Europa, podrás hacerlo en total seguridad tomando el teleférico de Fuente Dé.
Además dela famosa Cueva de Altamira, la Comunidad Autónoma cuenta con otras impresionantes cuevas y galerías como la Cueva del Castillo, en Puente Viesgo; o la de Covalans, en Ramales, en las que podréis poneros en la piel de Indiana Jones contemplando sus pinturas rupestres. Del mismo modo, las Cuevas del Soplao, harán las delicias de los amantes de la geología a través de las milenarias formaciones de estalactitas a bordo de un simpático trenecito, siendo ésta una de las atracciones turísticas más populares de la región, con un promedio de 300.000 visitantes anuales.
Cantabria es también un destino turístico dotado de una amplia oferta deportiva. Los amantes del golf podrán ejercitar su swing en los campos de Abra del Pas, en Mogro, y en Santander en la parte del Sardinero, mientras que los apasionados de los deportes náuticos como el surf, encontrarán en la localidad de Somo un excelente spot en donde poner a prueba su habilidad deslizándose entre las olas del Cantábrico. De igual manera, los adictos a la adrenalina podrán disfrutar de múltiples disciplinas como el rafting, la canoa, la espeleología durante su estancia.