En el mismísimo corazón del país se emplaza Castilla-La Mancha, tierra de don Quijote, pero también de escritores como Garcilaso de la Vega y Quevedo, de artistas como El Greco y de reyes como Juana I de Castilla. No es de extrañar que todos ellos quedasen prendados de tan sublime belleza, compuesta por un rico patrimonio natural y arquitectónico digno de cualquier joya que se precie.
Castilla-La Mancha está atravesada por algunas de las principales vías de España, como las carreteras de Andalucía, Extremadura y Valencia (A-4, A-5 y A-3, respectivamente). La región es la tercera más segura del país en cuanto a carreteras se refiere. Varios trenes AVE atraviesan Castilla-La Mancha, realizando paradas en Puertollano, Ciudad Real, Toledo y Guadalajara, de forma que de Madrid a cualquiera de estas ciudades el viaje puede oscilar entre los 20 y 50 minutos. En poco tiempo otras ciudades como Talavera de la Reina y Cuenca contarán con parada de estos trenes de alta velocidad gracias a los trayectos Madrid-Lisboa y Madrid-Valencia, respectivamente. Ninguna de las ciudades castellano-manchegas dispone de metro, si bien todas cuentan con varias líneas de autobuses. No obstante, casi todas ellas se pueden recorrer fácilmente a pie de punta a punta. Sólo habrá que ser más valiente si nos encontramos en Toledo y queremos pasear, ya que es una ciudad repleta de cuestas.
Las navajas de Albacete y la cerámica de Talavera de la Reina (Toledo) son dos grandes recuerdos de esta región para conservar durante toda la vida. Las navajas albaceteñas son un clásico y destacan tanto por su calidad como por la originalidad de sus diseños. La cerámica de Talavera, mundialmente conocida, sorprende igualmente por su versatilidad ya que se presenta en forma de vajilla, azulejo o cualquier elemento ornamental. La miel de la Alcarria y los mazapanes de Toledo son los mejores recuerdos que se pueden llevar los más golosos. Para los amantes de los encajes, el mejor lugar del mundo está en la Mancha: en Almagro.
La cocina manchega está integrada por una gran variedad de platos fuertes de elaboración sencilla. La base está en la gran variedad de productos hortofrutícolas de calidad, sin olvidar la carne, especialmente la de caza. Todo esto acompañado de un gran abanico de vinos de gran calidad, quesos de oveja y postres bien nos puede recordar a la cocina que universalizaron Don Quijote y su fiel escudero Sancho Panza. Pisto (tomate y pimiento como principales ingredientes), migas (hechas con las sobras del pan duro), gachas, cochifrito (carne frita), ajoarriero (patatas, ajo, huevo y aceite), perdiz escabechada, moje (ensalada de pimiento y tomate) y caldereta son algunos de los platos más populares de la tierra del ingenioso hidalgo. Esta exquisita gastronomía se puede disfrutar en varios restaurantes de renombre ubicados en la región como El Bohío, situado en Illescas; Las Rejas, en Las Pedroñeras (Cuenca); Adolfo, en Toledo, Casa Valencia, de Almansa (Albacete), etc.
El folclore manchego está representado por la jota manchega, los fandangos y las seguidillas. Forman también parte de la tradición de esta tierra la matanza, las romerías con motivo de San Antón o San Isidro, la artesanía realizada con esparto, las navajas de Albacete, la miel de la Alcarria, la cerámica de Talavera de La Reina, el mazapán de Toledo hasta un sinfín de platos, productos artesanos y costumbres.
Es una región de pueblos y ciudades repartidos en un amplio territorio, si bien el buen estado de sus carreteras principales invita a recorrerla. Los manchegos son un pueblo amable y acogedor, de grandes dotes en los fogones, especialmente al tratarse de pucheros o cualquier plato de cuchara o de carne de caza.
La magia de las tres culturas de Toledo y el encanto de Cuenca sorprenderán a cualquiera que visite por primera vez la región. Ambas han sido reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero hay infinidad de municipios que gozan asimismo de mucho encanto y carácter propio como para merecerse una buena visita.
Imprescindible realizar una ruta por los lugares que recorrieron don Quijote de La Mancha y Sancho Panza para conocer de primera mano los famosos molinos de viento. También merece la pena conocer algunos de sus castillos como el del Belmonte, el de Almansa y, por supuesto, el de Alarcón, que hoy alberga un parador. Quedará prendado de esta épica villa.
Tampoco pueden faltar las fiestas populares. Una de las mejores, sin duda, las de Albacete, consagradas durante varios años como las mejores fiestas del país. La Semana Santa también se vive con fervor en la comunidad y, en verano, las verbenas de cualquier municipio le harán disfrutar como nunca antes.