A pesar de que romanos y visigodos ya habían habitado la ciudad años antes, el legado más importante comienza con la invasión árabe, cuya época dejó como patrimonio las murallas de la ciudad y algunas torres. Tras la reconquista, Huesca configuró la estructura actual, dejando la huella del románico, barroco, renacentista y gótico, de este último es la Catedral, cita ineludible.
En la misma plaza de la Catedral se encuentra el Museo Diocesano donde se puede contratar una visita guiada a la Catedral y acceder a su torre, el punto más alto de la ciudad que nos regala las mejores vistas de la capital oscense.
Aunque para museos, hablemos del Museo Arqueológico Provincial, conocido también como Museo de Huesca, que alberga, entre otras maravillas, las estancias del Palacio de los Reyes de Aragón.
Pero en Huesca no hace falta entrar a un museo para encontrar obras de valor. Tan sólo paseando por el centro histórico puedes toparte con los restos de la que fue una espectacular muralla de 100 torres, de las que tan sólo queda una, o con la Plaza Luis López Allué. Este famoso rincón es uno de los más coloridos de la ciudad y también con mayor encanto. También se conoce como la Plaza del Mercado porque en ella se montaba el mercado de abastos hasta 1976. Hoy está repleta de bares, restaurantes y locales tradicionales y además es un punto de encuentro importante para los oscenses durante las fiestas de San Lorenzo.
Muy cerquita de esta plaza nos encontramos con el Monasterio de San Pedro ?El Viejo?, famoso por ser uno de los templos más antiguos de España, data del siglo XII, y por la espectacular arquitectura románica aragonesa que posee.
Y de nuevo, paseando, llegamos a otra plaza con encanto. La Plaza de Navarra donde se encuentra el emblemático Casino de Huesca, construido a principios del siglo XX, que sigue conservando parte de la arquitectura modernista de la época. Y a pocos metros de la plaza, se ubica el Parque Miguel Servet, con 74.000 metros cuadrados para jugar con los niños, desconectar y relajarse.
Huesca es un punto de partida perfecto para los amantes del deporte y la nieve gracias a su posición privilegiada junto a los Pirineos. Si bien está más lejos de las estaciones que otras localidades más especializadas en el turismo de esquí, si te alojas en la capital de la provincia podrás realizar excursiones muy variadas como al Parque natural de la Sierra y Cañones de Guara o el Parque Nacional de Ordesa y Monteperdido.
Pero la provincia además de destacar por su belleza natural alberga varios pueblos de montaña con aspecto medieval y asombroso encanto. Aínsa, Alquézar, Torla, Broto, Sallent de Gállego, Benasque... son solo unos pocos de esta interminable lista.
Aunque no hace falta salir de la ciudad para disfrutar de Huesca. Disfrutar de sus espacios verdes, de sus estrechas calles y coquetas plazas y, por supuesto, irse de ?tapeo? por sus restaurantes y bares es lo mejor que puedes hacer en esta gran ciudad.
Una visita al Castillo de Loarre es realmente recomendable. Si bien se encuentra a 30 kilómetros de Huesca, esta fortaleza magníficamente conservada, bien vale el desplazamiento. Además, se puede aprovechar para hacer picnic en la arboleda de la zona del aparcamiento, a la par que se disfruta de la naturaleza que lo rodea.
Huesca aúna la magia de las calles antiguas con el urbanismo de una ciudad que mira hacia el futuro. La mejor forma de conocerla es paseando y disfrutando del aire limpio que allí se puede respirar, algo muy valioso hoy en día.
A pesar de que romanos y visigodos ya habían habitado la ciudad años antes, el legado más importante comienza con la invasión árabe, cuya época dejó como patrimonio las murallas de la ciudad y algunas torres. Tras la reconquista, Huesca configuró la estructura actual, dejando la huella del románico, barroco, renacentista y gótico, de este último es la Catedral, cita ineludible.
En la misma plaza de la Catedral se encuentra el Museo Diocesano donde se puede contratar una visita guiada a la Catedral y acceder a su torre, el punto más alto de la ciudad que nos regala las mejores vistas de la capital oscense.
Aunque para museos, hablemos del Museo Arqueológico Provincial, conocido también como Museo de Huesca, que alberga, entre otras maravillas, las estancias del Palacio de los Reyes de Aragón.
Pero en Huesca no hace falta entrar a un museo para encontrar obras de valor. Tan sólo paseando por el centro histórico puedes toparte con los restos de la que fue una espectacular muralla de 100 torres, de las que tan sólo queda una, o con la Plaza Luis López Allué. Este famoso rincón es uno de los más coloridos de la ciudad y también con mayor encanto. También se conoce como la Plaza del Mercado porque en ella se montaba el mercado de abastos hasta 1976. Hoy está repleta de bares, restaurantes y locales tradicionales y además es un punto de encuentro importante para los oscenses durante las fiestas de San Lorenzo.
Muy cerquita de esta plaza nos encontramos con el Monasterio de San Pedro ?El Viejo?, famoso por ser uno de los templos más antiguos de España, data del siglo XII, y por la espectacular arquitectura románica aragonesa que posee.
Y de nuevo, paseando, llegamos a otra plaza con encanto. La Plaza de Navarra donde se encuentra el emblemático Casino de Huesca, construido a principios del siglo XX, que sigue conservando parte de la arquitectura modernista de la época. Y a pocos metros de la plaza, se ubica el Parque Miguel Servet, con 74.000 metros cuadrados para jugar con los niños, desconectar y relajarse.
En Huesca podrás disfrutar de una cocina muy variada, entre la que destacan los restaurantes más tradicionales con su exquisita comida casera y restaurantes distinguidos por las más rigurosas guías gastronómicas mundiales, incluso algunos con estrella Michelin.
Platos como las migas a la pastora, la sopa oscense y las ensaladas y legumbres reúnen todas estas características, destacando entre la gastronomía de la tierra. También los productos que provienen de la caza y la ganadería están muy presentes en las mesas oscenses: cordero a la pastora, pollo al chilindrón, trucha o bacalao ajoarriero, etc.
Aunque sin duda la número 1 de las carnes es la del ternasco asado, el plato estrella de la Comunidad Autónoma, por supuesto acompañado de un buen vino con Denominación de Origen Somontano.
Y como postre, no olvides probar la Trenza de Almúdevar, las Glorias de Huesca, Pastel Ruso o las castañas de mazapán.
Si de Huesca un souvenir te quieres llevar, por la Plaza del Mercado debes pasar. Una gran variedad de tiendas con productos tradicionales y típicos de la zona, como la tienda de ultramarinos La Confianza o la famosa pastelería Ascaso. Qué mejor que presentarse en una comida con el poste típico de la zona: la trenza de Huesca. La repostería es uno de los puntos fuertes de la provincia y desearás llenar tu maleta con estos productos cuando tengas que marcharte. Otro souvenir que hará que te acuerdes siempre de Huesca son las Pajaritas. Se trata del símbolo de la provincia oscense cuya escultura puedes encontrar además en el Parque Miguel Servet.