Se trata de un parque mágico, de los más insólitos planificado entre 1900 y 1914, y clasificado como patrimonio de la humanidad por la Unesco, en el que se exponen esculturas zoomorfas, rampas sinuosas y escaleras. Según el proyecto de Gaudí, esto tenía que ser una ciudad-jardín, pero quedó inacabada, al igual que sucedió con la Sagrada Familia. En la entrada admirarás los dos pabellones que evocan la casa de chocolate de Hansel y Gretel. Una majestuosa escalinata presidida por un fabuloso dragón (algunos hablan con más modestia de un lagarto o de una salamandra) lleva hacia una gran sala en la que se tenía que situar el mercado. El techo hecho de mosaico, sostenido por 86 columnas dóricas, soporta una gran terraza panorámica circular, un bello mirador sobre la ciudad, delimitado por un banco ondulado cubierto con mosaico multicolor donde la gente se arrima para admirar las vistas. No dejes de ver el espléndido panorama de la ciudad y del mar desde la cumbre de la colina. Allí se encuentra la Casa-Museu, donde vivió el arquitecto durante 20 años hasta su muerte, en 1926. Esta bella casa de color rosa pastel aún conserva la estructura que tenía mientras Gaudí vivía allí. El museo acoge obras y recuerdos personales del arquitecto: muebles, proyectos y dibujos de Gaudí y de sus colaboradores. La oportunidad para realizar un agradable paseo que encantará tanto a los grandes como a los más pequeños.