Filipinas está ubicada geográficamente en la zona sudeste del continente asiático. Rodeadas por el océano Pacífico, el archipiélago filipino se compone de más de 7 000 islas e islotes. Sin embargo, el 90% de su territorio lo abarcan once grandes islas. Las islas sin habitantes son muy comunes dado que la población del país está localizada en cerca de 2.000 islas. Desde un punto de vista geopolítico, las islas Filipinas se están divididas en tres regiones: Luzón, el archipiélago de Bisayas y Mindanao. Éstas se extienden sobre una superficie de más de 300 000 kilómetros cuadrados. La mayoría de las islas aglutinan en sus costas playas realmente espectaculares. Por otro lado, las islas montañosas acogen inmensos bosques tropicales de origen volcánico. De hecho, por este motivo el país se ve frecuentemente azotado por terremotos y seísmos. A esto, se le añade además la presencia de algo más de una veintena de volcanes activos. Los tifones también son comunes en esta región del mundo pero, sólo entre los meses de mayo y octubre.
La mayor parte de los vuelos internacional aterrizan en la isla de Luzón, en la que se encuentra Manila, la capital. Esta se revela como una ciudad ruidosa donde hay mucho contraste entre la riqueza y la pobreza extrema. El calor es difícil de soportar. En el barrio histórico, algunos vestigios de la arquitectura colonial española sobreviven al paso de los años. En las otras zonas, las construcciones de estilo norteamericano son mayoritarias. Chic y residencial, Makati, el distrito financiero, concentra bares, discotecas y restaurantes de todo tipo. Si el tiempo os lo permite, puede resultaros muy interesante programar un paseo por el parque Rizal, así como por el mercado de Pistang Pilipino, en el barrio de Ermita.
La segunda ciudad del país, Cebu City, se encuentra en el archipiélago de Bisayas, entre Leyte y Negros. A pesar de que el reducido tamaño de la isla y de su estrechez, la población es muy numerosa, y la mayor parte de ella está instalado a lo largo de los 200 kilómetros que hay de norte a sur. El aeropuerto internacional está en la isla de Mactan. Prever una buena media hora para llegar desde el centro de Cebu City. Dos puentes permiten efectuar este trayecto por carretera. Durante el viaje, algunas visitas como la iglesia de Santo Niño, la Cruz de Magellan, el Fuerte de San Pedro o el templo taoísta, son imprescindibles.
En Filipinas el viajero podrá contemplar nada menos que la octava maravilla del mundo. Los arrozales de Banaue, en la región de Luzón, pueden presumir de formar parte de la Unesco desde 1995. Este paisaje tiene más de 2000 años y se extiende a lo largo de un área de más de 10 000 km2. Todo ubicado a unos 1 500 metros de altitud. Te aconsejamos visitarlos en marzo o abril para poder apreciar los increíbles colores verdes que tiñen sus dominios en primavera.
Sería una pena recorrer tantos kilómetros para quedarse bajo una palmera, pero las costas filipinas son sin duda una parada obligatoria. Al igual que las en las Maldivas, la arena de las playas que rodea el Pacífico es una auténtica delicia para quienes buscan evasión tropical en lugares tan exóticos como este. Pero el destino también es conocido por sus increíbles fondos marinos. La posición estratégica del país durante la Segunda Guerra Mundial, ha hecho le que bajo la superficie se oculten un buen puñado de ruinas y vestigios de la contienda. Además, el ecosistema marino del arrecife de Tubbataha reúne a más de 1 300 especies diferentes. Este lugar, que también está incluido en el listado del Patrimonio Mundial de la Unesco, alberga tortugas de mar, tiburones, hipopótamos etc. Cosas increíbles de ver a tan solo unos metros de la costa.
Los mercados locales y los inmensos centros comerciales proponen una gran cantidad de productos de artesanía local a precios muy interesantes: joyas de plata, en nácar o caparazón de tortuga, cesterías, camisas de fibra de piña o en seda de plátano, objetos de cobre o en madera esculpida, sin olvidar el barong tagalog, camisa nacional bordada que se utiliza en las fiestas y en las grandes ocasiones. Las tiendas abren de 10:00 a 19:30 de lunes a viernes.
La cocina filipina, con influencia china, malaya y española, es suculenta. Abunda por supuesto el arroz, pero también el cerdo, el pollo, sin olvidar los pescados como el tanguigui, el tilapia o el bagus. Todos se acompañan de toyomansi, una salsa a base de soja. En la calle, se pueden probar brochetas asadas de despojos de animales. El plato nacional es el abodo, un ragú de cerdo al ajo y con especias, cocinado a fuego lento con vinagre. El lechón asado y relleno se come en las fiestas. También hay una gran variedad de excelentes frutas: mangos, piñas, papayas, una veintena de plátanos diferentes, pero también el fruto del "Artocarpus odoratissimus" o el famoso fruto del durián, muy apreciado a pesar de su repugnante olor.
Los filipinos dan mucha importancia a la familia, al matrimonio y al espíritu de clan. Corteses y profundamente respetuosos, odian los desacuerdos y las situaciones conflictivas. A menudo, si tienes que rechazar algo, en lugar de decir un no explícito, prefieren perífrasis. En cuanto al regateo, es habitual en los mercados y con los conductores de triciclos, pero inadecuado en las tiendas.
Seamos honestos, ¡el transporte allí es mucho más original que la Renfe! Para desplazarse, los filipinos utilizan una red de jeepneys. Estos vehículos son Jeeps o minibuses decorados de la armada americana. En las calles, estos vehículos dan un toque colorido a los aburridos edificios. Las carrocerías son poco comunes así como el sonido de los cláxones. No tienen limitación de pasajeros por lo que no hay que ser sensible con la proximidad corporal. No es raro ver a personas en los techos de los vehículos.
El destino hace soñar a los amantes de Asia y es totalmente normal. El archipiélago de Filipinas es un lugar increíblemente rico tanto en cultura como en naturaleza. El sentimiento de acogida por su población es digno de la reputación de la que Asia puede presumir. Tres semanas son necesarias para descubrir el archipiélago. El itinerario clásico: El Norte con Manila, los famosos arrozales de Banaue y las tribus del país Ifugao, después el Sur con la ciudad de Cebu, las playas paradisíacas de Palawan, Boracay o incluso el pequeño islote de Inanuran, base ideal para visitar la isla de Bohol.
Filipinas merece al menos un viaje. Playas increíbles, un fondo marino excepcional, una jungla tropical intrigante... Todo eso acompañado de numerosos establecimientos lujosos y encantadores, ¿qué más podemos pedir?
En Manila, ir a tomaros una copa al bar del Manila Hotel, una institución de estilo colonial donde residía Marc Arthur. En el borde del mar, iniciaros con el buceo. Los precios no son nada caros, contad 18 euros por buceo, incluyendo el equipo adecuado. Podemos encontrar fácilmente monitores hispanohablantes, y la calidad de las infraestructuras no tiene nada que envidiar a las más conocidas del mundo. Es difícil nombrar todos los lugares de buceo de Filipinas. Si aún no habéis visto un tiburón-zorro, os están esperando en Malapascua. Esta isla, situada en el norte de Cebu, es uno de los pocos lugares del mundo dónde se pueden ver estos animales. Para los buceadores más experimentados, la isla de Crocodile es conocida por eso.