Al norte del Hexágono (como muchos franceses apodan a su patria), las condiciones climatológicas no son siempre las mejores, pero su reconocido patrimonio cultural, humano, natural y arquitectónico encandilan a cualquier visitante que se precie. Basta con dar un pequeño paseo por el centro histórico de Lille, la capital de la región de Norte-Paso de Calais, para darse cuenta de la enorme creatividad en términos estéticos de los habitantes del norte de Francia, en donde también podemos destacar el espíritu imperecedero presente en los tradicionales carnavales de la ciudad de Dunkerque, a escasa distancia de la frontera con Bélgica.
Descendiendo hacia el oeste, nos encontramos con las fabulosas playas de Normandía en donde tuvo lugar el histórico desembarco en junio de 1944, y sus encantadoras poblaciones costeras circundadas de frondosos bosques como Deauville, Honfleur, Barfleur o las célebre ciudad portuaria de El Havre y Cherbourg. Esta encantadora región destaca además por sus impresionantes paisajes repletos de auténticos monumentos naturales como el espectacular Monte Saint-Michel, visitado anualmente por cerca de 3,5 millones de turistas, convirtiéndose en la tercera atracción más visitada de Francia tras la Torre Eiffel y el Palacio de Versalles.
La región de Bretaña puede igualmente contarse entre las más bellas del país galo. Sus atractivos naturales y sus hermosas costas a veces repletas de largos arenales y otras de escarpados acantilados, ofrecen a los visitantes de esta provincia histórica un equilibrado contraste entre las bondades del mar y las de la montaña. Rennes, Brest, Saint Malo, Vannes o Concarneau son algunas de las ciudades que mejor encarnan el auténtico espíritu bretón, reinando en todas ellas un amplio sentimiento de orgullo y de identidad regional conocido más allá de las fronteras del hexágono.
En la costa atlántica Nantes, epicentro de la región del País del Loira, Aquitania y su capital Burdeos, se revelan como tres interesantes destinos que ningún buen turista que se precie puede dejar pasar la oportunidad de visitar. Si por casualidad eres aficionado al surf (en cualquiera de sus múltiples disciplinas) el tramo de costa comprendido entre Lacanau y Biarritz destaca por su agitado oleaje y largas playas de arena fina.
El Tour de Francia, de sus paisajes y sabores, continúa en Toulouse tanto por la belleza como por el temperamento de esta encantadora ciudad, reputada por sus especialidades culinarias como la tradicional ?cassoulet?. Un plato cuya consistencia permitirá al viajero proseguir su camino hasta la costa mediterránea sin necesidad de detenerse a reponer fuerzas.
Perpiñan, Marsella y su conocida catedral de Notre Dame de la Garde, Montpellier, la ciudad de las cien fuentes, Cannes y Antibes son sinónimo de fiesta, playa, cine, cultura y gente guapa en todo el mundo.
Con su célebre Palacio de los Papas, su antiguo puente medieval y su festival internacional del teatro, Aviñón se revela como una etapa casi obligatoria durante nuestro recorrido por el país galo antes de volver a poner rumbo al norte y alcanzar la antigua capital gala de Lyon, para deleitarnos con su sublime gastronomía y poner rumbo a la conocida región vinícola de Borgoña.
Si bien es cierto que los paisajes, el arte y la cultura son los principales ejes sobre los que se desarrolla este recorrido por tierras francesas, resulta prácticamente imposible finalizar nuestra aventura sin hacer alusión a otra conocida e histórica región famosa por sus especialidades gastronómicas, completamente diferentes a la del resto de provincias, y sus célebres rutas del vino. Hablamos de Alsacia, cuya principal núcleo urbano, Estrasburgo, con su tradicional mercado de Navidad y su pintoresco barrio de la ?pequeña Francia?, goza de la condición de capital europea albergando algunas de las principales instituciones comunitarias como el Parlamento Europeo, la Corte Europea de los Derechos Humanos y el Consejo de Europa.
Francia puede presumir de ser el primer destino turístico del mundo. Su inmejorable reputación y el arte de vivir a la francesa no necesitan presentación. A través de la diversidad de sus paisajes, de su rico patrimonio artístico e histórico-cultural, y de su sublime gastronomía, Francia ofrece un amplio abanico de posibilidades a lo largo del complejo mosaico que configuran sus diferentes regiones.
Dentro de este inmenso listado de lugares de obligada visita, París, la capital de la República, es claramente el destino más cotizado entre los millones de turistas extranjeros que cada año reciben nuestros vecinos galos, por delante de otras conocidas regiones y centros de interés como la Riviera Francesa en la costa mediterránea; el Palacio de Versalles, los castillos del Loira, o la afamada ruta de los vinos de Borgoña. Y es que más allá de los miles de superlativos y clichés asociados a la capital francesa, la Ciudad de la Luz destaca por la espectacular colección de atracciones turísticas y centros de interés de primer nivel que decoran sus transitadas calles y avenidas. La Catedral de Notre-Dame, el Museo del Louvre, el Arco del Triunfo, la Torre Eiffel, la Basílica del Sagrado Corazón en el pintoresco barrio de Montmartre, o la concurrida zona de los Campos Elíseos y sus boutiques de lujo, son algunos de los lugares más representativos de la capital francesa. No obstante, París es del mismo modo una ciudad que esconde un buen puñado de pequeños y encantadores rincones al margen de los principales itinerarios turísticos, que bien merecen la pena ser descubiertos.
En el norte de Francia, si bien es cierto que el sol no goza del protagonismo que muchos desearíamos, su apabullante patrimonio cultural, natural, humano y arquitectónico, conquistará vuestros corazones. Las ciudades portuarias de Normandía, como Deauville y Honfleur disfrutan de una ecuánime reputación que traspasa las fronteras del hexágono. De igual manera, el conocido Monte de Saint-Michel ejerce una fuerte atracción sobre los turistas del mundo entero. Bretaña acumula auténticas joyas de la naturaleza. Sus ciudades costeras, a veces bordeadas de preciosas playas, y otras tantas más accidentadas, resumen a la perfección la multiplicidad de los paisajes que ofrece esta región situada entre el mar y la montaña. El Valle del Loira conserva algunos de los más famosos castillos del Renacimiento francés. El más famoso, Chambord, fue construido siguiendo los planos diseñados por el mismísimo Leonardo da Vinci. La región de Burdeos se revela de obligado pasaje para todos los visitantes extranjeros. La riqueza y variedad de sus vinos es un excelente reclamo que no conoce fronteras. Paraíso para los surfistas, la costa de Lacanau en Biarritz, extiende sus largas playas de arena hasta la frontera española. En la costa mediterránea, la Riviera Francesa se revela como uno de los lugares vacacionales más populares y exclusivos de Europa. En verano, puedes pasar las vacaciones en Francia junto a las estrellas en las concurridas playas de Saint-Tropez y Cannes, o si lo que buscas es tranquilidad, siempre puedes apostar por veranear en un pequeño complejo del departamento de Var al sudeste de Francia. Con su Palacio de los Papas, su conocido puente romano y su Festival internacional de Teatro, Aviñón es un destino ineludible en nuestro particular Tour de Francia. Lyon, la antigua capital de los galos, destaca a través de la calidad de su patrimonio gastronómico que descubrimos en los ?Bouchons?, nombre que reciben los pequeños restaurantes tradicionales lioneses.
Otra región vinícola mundialmente conocida es Borgoña, famosa también por sus encantadores pueblos, abadías y castillos. Célebre por su afamada ruta del vino, Alsacia, a través de su bella capital, Estrasburgo, resalta por su tradicional mercado de Navidad, así como por el pintoresco barrio de la Pequeña Francia. Al margen de los principales núcleos urbanos, Francia es un país con un amplio medio rural plagado de encantadores pueblos como Locronan en Bretaña, Vézelay, en Borgoña y Eguisheim en Alsacia, en los que evadirse del estrés de las grandes ciudades y disfrutar de sus especialidades culinarias y tradiciones centenarias. Lugares de una belleza sin igual que nos invitan a disfrutar de unas más relajadas vacaciones en total tranquilidad.
Del mismo modo, tampoco debemos olvidarnos de que este país no lo compone únicamente su aérea metropolitana, ya que sus diferentes de departamentos y territorios de ultramar gozan de una excelente publicidad por sus atractivos turísticos, la belleza de sus paisajes y la diversidad de culturas que los conforman. Francia es un país que puede visitarse en cualquier época del año. El clima, si bien es cierto que es un poco más frio que en España, es generalmente templado, aunque puede variar de una región a otra. En invierno, las estaciones de esquí de los Pirineos y los Alpes abren sus puertas de cara al periodo vacacional. En verano, las playas y balnearios de la costa francesa están llenas de turistas de todo el mundo. La primavera es la estación ideal para visitar las ciudades y pueblos que florecen con el regreso del buen tiempo. El otoño también es una estación favorable, aunque los días se acorten y el clima se vuelva más frio incluso en la Costa Azul. Es muy fácil moverse por Francia. Su red de carreteras y así como sus conexiones ferroviarias son excelentes. En las grandes ciudades de Francia, el transporte público, ya sea autobús, tranvía o metro te permitirán desplazarte con toda comodidad.
La cultura francesa ha sido siempre sinónimo de refinamiento y elegancia, apoyada en dos grandes pilares como son en el arte y la gastronomía. La historia de este país, larga y un tanto compleja, lleva consigo una tradición rica, variada y antigua que recrea el vínculo con el pasado a través de los matices regionales. El mosaico de regiones francesas refleja la riqueza cultural local firmemente establecida y bien destacada por sus habitantes. Las lenguas y dialectos regionales, en riesgo de desaparición desde hace bastante tiempo, están siendo de nuevo protegidas y honradas gracias al trabajo de las diferentes asociaciones regionales especialmente creadas para la protección de las mismas. No es de extrañar que a la entrada de las ciudades haya un letrero que muestra el nombre francés y en el dialecto local (especialmente en las zonas de Bretaña, Alsacia y el País Vasco francés). La mayoría de las tradiciones francesas encuentran su inspiración en la religión católica. Disfrutar de la típicagalette des Rois durante la celebración de la Epifanía, entregar los regalos el día de Navidad o la preparación de crepes en el día de la Candelaria, dan prueba de ello. No obstante, algunas tradiciones tienen un origen secular, como gastar bromas el 1º de abril o disfrazarse en el Martes de Carnaval. En Francia sus gentes están acostumbradas a saludarse con un beso, incluso entre personas que se conocen de poco.
El patrimonio gastronómico y vitivinícola francés juegan un papel vital en elreconocimiento del país, a través también de sus grandes restaurantes y reputados chefs condecorados con un buen puñado de estrellas Michelin. La cocina francesa fue creada en el siglo XX por Augusto Escoffier, convirtiéndose en toda una referencia moderna para la alta cocina. No es posible venir a Francia y no probar su deliciosa gastronomía. Cada región tiene su propia especial. Es imposible describir cada uno de los diferentes platos que componen la cocina francesa. Chucrut, Cassoulet, fondue de Borgoña y de Saboya, potaje de Auvernia o Sopa Bullabesa son algunos platos que integran el delicado arte de la cocina francesa. Francia es famosa por sus quesos, probablemente haya más de 500 tipos. Cada uno de ellos tiene un sabor, forma y textura diferente, que ehemplifica a la perfección la amplia variedad de técnicas de fabricación. Otra joya de la gastronomía francesa es el vino. La forma en que la que nuestros vecinos del norte han desarrollado la producción y elaboración del vino les ha valido un indudable reconocimiento internacional, ganándose a pulso el sobrenombre de ?él país del vino?. Se produce vino casi en todo el territorio francés. Algunas de las regiones con mayor reconocimiento por su patrimonio vitivinícola son Borgoña, Bordelais, Alsacia y el Valle del Loira. En el año 2010, los expertos de la UNESCO decidieron que la cocina gastronómica francesa, con sus ?rituales? y su delicada presentación, cumplía con los requisitos necesarios para ser designada como ?Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad?.
¿Qué traernos como recuerdo de un viaje a Francia? Por supuesto, las especialidades típicas francesas: quesos, vinos, fuagrás, alcohol (coñac o armañac), y si tu presupuesto te lo permite, claro está, champán. Otros productos tradicionales que puedes regalar a tus seres queridos pueden ser una boina unas o zapatillas de yute. De hecho cualquier especialidad regional francesa puede convertirse en un suvenir maravilloso. Por otro lado, los adictos a las compras, encontrarán en París una ciudad a su medida, repleta de entiendas de lujo, talleres prêt-à-porter, grandes cadenas comerciales, pequeñas boutiques exclusivas? todo lo que puedas imaginar. Ya sea en pequeñas tiendas de comercio justo del distrito XI, en los escaparates de lujo de la avenida Montaigne del 8eme, sin olvidarnos de los grandes negocios de las firmas más internacionales internacionales de la Calle de Rivoli y Les Halles, ¡los amantes de la moda no tendrá problemas para sacarle brillo a la tarjeta de crédito!