Cuando en el año 533 murió Remigio, obispo de Reims que bautizó a Clodoveo, su cuerpo se depósito en una capilla dedicada a San Cristóbal. Esta capilla, situada fuera de las murallas de Reims, no tardó en convertirse en un lugar de llegada de los peregrinos, atraídos por el renombre de la santidad de Remigio y por sus milagros.
Así la capilla primitiva cambió de estatuto y de tamaño para convertirse en una iglesia, donde se trasladó el cuerpo del santo, de forma solemne, un 1 de octubre, fecha en la que luego pasó a celebrarse San Remigio.
Hacia el año 750-760, al no disminuir la afluencia de peregrinos, al contrario, el arzobispo Tilpin (más conocido como Turpin en la «Canción de Roland») pidió ayuda a los monjes benedictinos de San Dionisio para acoger a los peregrinos, lo cual supuso el inicio de un milenio de vida monástica en el edificio religioso.
El renombre del lugar y del santo no dejaban de crecer, por ello hacia el 852, Hincmar (arzobispo de Reims entre el 845 y el 882) mandó ampliar el edificio y consagró la abacial carolingia.
Esta abacial fue a su vez víctima de este éxito puesto que, desde al año 1000, fue sustituida por la gran iglesia románica de la que han llegado hasta nuestros días los once tramos de la nave con las tribunas y las naves laterales, el largo transepto bordeado por una galería en la planta baja y, arriba, una absidal románica a cada lado del ábside.
Durante el Concilio de Reims, en 1049, el papa León IX consagró personalmente la amplia basílica románica.
Con Don Pierre de Celle, nuevo abad, no se perdieron las costumbres de seguir ampliando. Se demolió el porche románico para poder prolongar la nave con dos tramos góticos, mientras que un nuevo coro, más profundo con deambulatorio y cinco capillas con disposición radial sustituían el coro románico.
La vida monástica continuó, así, su curso, durante todo el siglo XII, de manera floreciente hasta el estallido de la guerra de los 100 años, que supuso el inicio de su decadencia.
Entonces los abades «comanditarios» abandonan la abadía y solo uno de ellos, Robert de Lenancourt, hacia 1506, sigue embelleciendo el monumento encargando la construcción de un pórtico de ventana flamígera y la realización de tapicerías de San Remigio (hoy expuestas en el museo vecino).
En 1622, la Congregación Benedictina de San Mauro reformó la abadía y mandó construir las columnas que cierran el coro.
En 1793, tras la revolución, se expulsa a los religiosos. Sin embargo, contrariamente a otros muchos edificios, la Basílica se salvó al reconvertirla en iglesia parroquial.
Luego, habría que esperar al siglo XIX para que se realizasen nuevas modificaciones en la Basílica, con la reconstrucción de la torre norte en lo alto de la fachada, además de la construcción de un nuevo mausoleo.
Pero la historia arquitectónica de este monumento no se termina en esta fecha, ni mucho menos. Durante la Gran Guerra, desafortunadamente el edificio no se libró de las bombas y los obuses que lo azotaron implicaron otras tantas "modificaciones", pero no en el sentido de embellecer la arquitectura de la Basílica, precisamente.
Los incendios quemaron la carpintería, destruyendo las bóvedas, las paredes fueron atravesadas, la tribuna sur y la nave se hundieron, el gran órgano y el órgano del coro, situado a la altura del coro de los monjes, se quemaron.
Se necesitaron cuarenta años de obras para que la Basílica pudiese recuperar su estado original y pudiese abrirse al culto, el 12 de octubre de 1958. Habiendo recuperado todo su esplendor de antaño el edificio recibió, el 22 de septiembre de 1996, al Papa Juan Pablo II, que se recogió aquí durante su paso por la ciudad de Reims.
Basílica de San Remigio de Reims
51100 Reims
Tel: +33 (0)3-26-85-31-20 (Presbiterio).
Horarios:
La Basílica abre de 8.00 h a 19.00 h (en invierno, hasta el anochecer).