Situada en el océano Atlántico, Noirmoutier es una isla francesa que pertenece a la región de los países del Loria, más concretamente al departamento de la Vandea. Con cerca de 9.500 habitantes y una superficie de 49 km.², esta encantadora localidad es uno de los destinos preferidos por un gran número de turistas, tanto franceses como extranjeros, en especial por su clima, situación geográfica y oferta de actividades. Son estas las características que han propiciado que la isla haya estado ocupada ininterrumpidamente desde la prehistoria. A Noirmoutier se la conoce también como la isla de las mimosas, «l'île aux mimosas», por su dulzura climática, gracias a la cual, las mimosas pueden florecer a lo largo de todo el año, incluyendo el invierno. Por la influencia del Atlántico, los veranos son templados y los inviernos suaves, por lo que registra una temperatura media de 13 grados. Asimismo, goza de un gran número de horas de Sol, con una media de 2.100 anuales, comparable a lugares como Carcassonne. Sus playas, marismas, salinas, dunas y bosques verdes son óptimos para atraer a todo tipo de visitantes. Tanto es así, que en verano duplica su población, llegando a registrarse hasta 50.000 residentes. Esto ha ocasionado que durante los últimos años, se haya producido un aumento en los precios inmobiliarios. Además, una de las particularidades, y a la vez comodidades, que presenta es su acceso, ya que desde 1971 se encuentra unida al continente por medio de un puente, lo que favorece todavía más a la llegada de turistas.
Si eres una persona deportista, tu estancia en «l'île aux mimosas » te va a encantar, pues ofrece un gran abanico de actividades para todos los gustos y niveles y, además, son de lo más variadas, ya que van desde los tranquilos paseos por la playa hasta el submarinismo. Caminar por el bosque de la Chaize y detenerse a observar sus encinas y mimosas es una auténtica delicia, al igual que hacerlo por cualquier parte de los 40 kilómetros de playas (Barbâtre, Guérinière, l'Epine y Noirmoutier) mientras observas los fascinantes paisajes, en los que destacan las vistas de la isla, las dunas y algunos molinos. Pero si quieres un poco más de velocidad, quizás lo tuyo sean las bicicletas. Es un medio de transporte bastante utilizado a la hora de desplazarse por Noirmoutier, pues hay construidos casi 80 kilómetros de pista ciclable que permiten recorrer la mayor parte de la isla. Es muy fácil hacerse con una, pues encontrarás agencias de alquiler de bicicletas en diversas zonas que, con el pago aproximado de 15 euros, te permitirán disponer de un medio de transporte saludable durante dos días. Si estás hecho para los deportes marinos, debes visitar la playa de Barbâre, pues es idónea para la práctica de la mayor parte de actividades acuáticas, como el surf, el submarinismo, la vela, el windsurf, el kayak, el kite-surf y el catamarán, entre otros. Sin embargo, si quieres algo más relajado también puedes pescar, en especial en la playa de l'Epine, ideal para los amateurs.
El paso de Gois, una ruta que se anega por el mar dependiendo de la marea, es el emblema de la isla. Se trata de un tramo sumergible único en el mundo por su longitud, pues consta de 4,5 kilómetros, que se pueden travesar a pie, en bicicleta o en coche, y que unen la isla con Beauvoir-sur-Mer. Te aconsejamos que antes de cruzarlo eches un vistazo al horario de las mareas para que no te lleves una sorpresa, aunque en verano está vigilado por gendarmes a caballo para mayor seguridad. Como curiosidad, ha sido escenario de algunas etapas del Tour de Francia, resaltando la edición de 1999, en la que causó estragos en el pelotón con numerosas caídas y cortes. Además, anualmente se celebra la carrera «Les Foulées du Gois», que arranca con marea creciente, con lo que los más rezagados llegan a la línea de meta a nado. El castillo de Noirmoutier es otro de los grandes atractivos del lugar. Data del siglo XII y responde al estilo de arquitectura normando, dominante en la época. En su interior encontrarás un museo, en el que te podrás empapar de la historia y del patrimonio cultural de la isla. Otro sitio de visita obligada es la iglesia de Saint-Philbert. Ciertamente, son los restos de una antigua abadía de la orden benedictina y contiene una cripta del siglo XI y la tumba de san Filiberto, su fundador. Tampoco puedes dejar de visitar el Hôtel Lebreton de Grapillières, una residencia que data del siglo XVIII, diseñada para la nobleza y la burguesía y que hoy en día se ha transformado en un hotel. La casa-faro de la Pointe des Dames, en el bosque de la Chaize, tampoco pasa desapercibida, pues construida en 1867 y con 18,7 metros de altura, constituye uno de los faros más antiguos de la zona. El acuario Sealand también es un lugar perfecto para acudir si eres un amante de los animales, en especial de los marinos, puesto que en los 200 metros de trayecto y los 500.000 litros de agua de mar podrás presenciar más de 1.000 animales de 200 especies diferentes.
La oficina de turismo propone alquilar una bicicleta para disfrutar al máximo de la visita, posible gracias a los numerosos carriles construidos por toda la isla. Además, el clima es perfecto para ir sobre dos ruedas. Se trata de una opción a tener muy en cuenta, ya que es una idea original y que no puedes realizar en otras ciudades que quieres visitar.
Las condiciones climatológicas son idóneas para los cultivos agrícolas como la patata. La variedad más famosa es la «bonotte», particular en la isla. Es el mejor acompañamiento para el pescado y los mariscos, típicos de esta zona. Por eso, te recomendamos que pruebes los mejillones y las ostras con «bonotte», todo un «clásico» de la costa atlántica francesa.
Es muy famoso el jabón artesanal, ya sea para uso personal o simplemente como elemento de decoración, así como las sales de baño.