"En una granja de Poitou, un gallo amaba un péndulo" cantaba Claude Nougaro. Es cierto que esta región te puede llegar a marear, e incluso a volverte loco. Y no necesariamente por el Pineau o el coñac (que, como todo el mundo sabe, se tienen que consumir con moderación), sino por la abundancia que caracteriza a la región en muchas cosas.
En primer lugar, la costa en la que se plantan los turistas cuando llega el verano. La pequeña y agradable Isla de Ré ve cómo sus callejuelas, sus puertos y sus playas se abarrotan de famosos y turistas cuando salen los primeros rayos de sol. La otra isla de la región, la Isla de Oléron, está menos frecuentada por la alta sociedad, pero no se libra de los franceses que echan de menos las playas y las bandejas de marisco (especialmente las famosas ostras de Marennes).
La arena fina y las ciudades de Charente-Marítimo situadas junto al océano, como La Rochelle y su puerto viejo o Royan, el destino turístico por excelencia de la "Costa de la belleza", hacen que los turistas se olviden de los demás departamentos. Y sin embargo, si bien la costa es la estrella de la región, el interior es todavía más impresionante. Evidentemente, el lugar más sobresaliente es la Venecia Verde. Esta parte tan particular del Marais Poitevin dirige a los visitantes hasta los canales tapizados de lentejas de agua para que los lleven los barqueros a descubrir la grandeza de la naturaleza que tantos pintores han dejado plasmada en sus lienzos.
La región también es el paraíso de los amantes de la historia y la arquitectura. Podemos enumerar, como mínimo, miles de iglesias románicas en el corazón de las tierras, y los castillos, los fuertes y los lugares prehistóricos no se quedan atrás. El panorama de Poitou-Charentes no estaría completo sin una de sus famosas ciudades, Poitiers, cuya historia se desarrolla en las calles y los 78 monumentos, así como el futuro instalado en el parque dedicado a las imágenes y las nuevas tecnologías, Futuroscope.
El clima oceánico de Poitou-Charentes hace que la lluvia esté presente frecuentemente. De todas maneras, la temporada ideal para disfrutar de una temperatura agradable y del mayor tiempo posible de cielo azul se extiende de mayo a septiembre.
Entre estos cinco meses bastante clementes, los turistas podrán disfrutar de una región realmente situada entre el mar y el campo. Con la afluencia de turistas que traen los dos meses de verano en el litoral, se aconseja descubrir el interior y la cara «campo» de Poitou-Charentes durante este período para evitar las masas de gente. Hay múltiples opciones de paseos en el corazón de las tierras de Poitou-Charentes. El Maris Poitevein y su Venecia Verde son absolutamente imprescindibles. No hay nada mejor que un paseo en barco para comprender la riqueza y la especificidad de este país tan sumamente verde.
Las visitas, más culturales, del Centro Nacional del Cómic y de la Imagen de Angoulême, de Futuroscope de Poitiers o de Lussace-les-Châteaux y de los lugares prehistóricos, además de los paseos por el territorio, tendrán el mérito de transportarte desde los orígenes de los tiempos hasta el futuro.
En primavera es el momento de descubrir el litoral de Poitou-Charentes. Al estar menos frecuentado que en pleno verano, esta estación permite disfrutar plenamente de los paseos en barco por la isla de Ré, la isla de Oléron y del paisaje marítimo desde las playas que bordean la costa.
A 3 horas en tren desde París (Poitiers está a 1:40), La Rochelle te presenta su ambiente de puerto para degustar una bandeja de marisco en un fin de semana largo (en el puente de mayo, por ejemplo) mientras que el resto de la región también rebosa de productos de la tierra que han forjado la fama de la gastronomía local como los mejillones de Bouchot, las ostras de Marennes-Oléron, la mantequilla de Charente-Poitou o el coñac.