La costa de Navarino está situada en el extremo suroeste del Peloponeso. Se trata de una región virgen en la que los olivos se extienden hasta donde alcanza la vista y solo se interrumpen para dar paso a pequeños pueblos pintorescos que, desde hace generaciones, atraen a los veraneantes griegos. Desde primavera del año 2010, la empresa griega Temes desarrolla un gran proyecto turístico. Esta empresa invierte sumas colosales para dinamizar el turismo en esta zona, aunque hay que destacar que no se trata de un crecimiento anárquico, sino todo lo contrario. Lo que esta sociedad persigue es desarrollar un turismo de lujo que permita descubrir los atractivos de la región a los viajeros más exigentes. Starwood ya ha apostado por el destino y se rumorea que pronto el primer Banyan Tree de Europa abrirá allí sus puertas. Nadie quedará indiferente ante su golf de excepción, sus hoteles de lujo, sus playas en ensueño y los vestigios de las grandes civilizaciones mediterráneas. Este pequeño rincón de paraíso promete convertirse en uno de los destinos insignia del país de Atenea y Zeus.
La costa de Navarino es un lugar ideal en el que conjugar el turismo activo con el descanso. Los amantes del mar encontrarán a su disposición embarcaciones, deportes de viento como el windsurf, el kitesurf o los optimist. Los excursionistas, a pie o en bicicleta, estarán encantados de saber que existe una gran variedad de itinerarios posibles. También podrás practicar natación, navegación de recreo, pesca e inmersión con botella o en apnea, y los más perezosos tienen las playas, que los invitarán a relajarse en sus grandes extensiones de arena y ante unas aguas cristalinas que les darán la sensación de estar en los trópicos.
Los saltos de agua de Kalamari ofrecen la oportunidad perfecta para realizar un agradable paseo por un bosque tropical. Las grutas de Anargyri, que albergan la capilla dedicada a San Cosme y San Damián, en las montañas de Mesenia, te permitirán descubrir una parte del patrimonio de los cristianos anárgiros (los «enemigos del dinero»). La isla de Esfacteria, en el centro de la bahía, es sencillamente magnífica. La leyenda cuenta que las mujeres embarazadas que naden bajo su arco natural, darán a luz a un varón. Hoy en día, exhibe los monumentos británicos, franceses y rusos en conmemoración de la ayuda que prestaron a Grecia durante la batalla de Navarino. La laguna de Gialova invita a la meditación gracias a sus magníficas aguas cristalinas y a sus playas de arena dorada. En esta zona también se erigen los castillos de Frankish y de Paleokastro, que datan del siglo XIII.
Recuerda protegerte e hidratarte. Los veranos griegos son muy calurosos y no es raro observar turistas en malas posturas por haber olvidado aplicarse crema solar o beber agua.
No dejes de lado el patrimonio regional, los griegos están muy orgullosos de él y es una forma agradable de mezclarse con los veraneantes griegos. Intenta aprender algunas palabras en griego, el inglés no es su lengua oficial, a pesar de que la mayor parte de los trabajadores del sector turístico lo hablen con fluidez. Kalisto, efralisto son dos palabras indispensables (buenos días y gracias).
Los griegos son amantes del buen comer y su cocina, que combina los sabores más refinados de la cocina mediterránea, es un auténtico placer para el paladar. No te limites a la tradicional musaca, prueba los platos con nombres impronunciables, no te decepcionarán.
No se puede ir a Grecia sin comprar un poco de aceite de oliva virgen. No te costará nada encontrar explotaciones donde adquirirlo, las hay por todos lados. Otra especialidad son las «sweet spoon» (o cucharadas dulces) disponibles en una infinidad de sabores: oliva, melón, limón, naranja... Se trata de un tipo de mermelada amarga que se degusta tanto como aperitivo como postre. La miel es otro manjar griego, los apicultores del país son los guardianes del secreto que les permite elaborar mil variedades. Finalmente, los amantes del vino estarán encantados de saber que esta región acoge grandes fincas vitivinícolas, la oportunidad perfecta para comprar buen vino.