Cuando se evoca Asia, muchos pensarán inmediatamente en las pagodas de China o en las playas doradas de Tailandia, tan características de este inmenso continente que reúne una gran variedad de pueblos que no comparten necesariamente una historia común. Así, en el continente asiático se pueden apreciar varios conjuntos cuyos paisajes, climas y hombres son muy diferentes.
No muy lejos de nuestro continente se encuentran países como el Líbano e Israel, destinos cada vez más populares, que son muy preciados por los europeos en busca del sol del mediterráneo. En plenas fiestas de Tel Aviv, le es difícil al turista darse cuenta que ha llegado a Asia y es necesario ir más allá de Jerusalén, la cuna de las religiones, para llegar definitivamente al continente vecino. Si para algunos un viaje a Asia se traduce en una peregrinación a La Meca, otros, atraídos por el turismo de lujo, preferirán Dubai y sus dimensiones exageradas. Verdadero centro turístico de Oriente Medio, esta ciudad de todas las excentricidades posee el récord de la torre más alta del mundo (Burj Khalifa) y del centro comercial más grande del planeta (Dubai Mall). Un baño en el golfo Pérsico será una muy buena opción para intentar vencer el calor sofocante del verano en la península arábiga, a no ser que el espíritu aventurero del viajero lo lleve hasta el corazón del desierto en un 4x4.
Viajar al continente asiático cobra otra dimensión cuando se llega a India. Aunque allí no se pueden apreciar aún las pagodas, se puede disfrutar de numerosas estatuas y estatuillas doradas del venerado Buda. ¿Y cómo hablar de las riquezas indias sin evocar el suntuoso Taj Mahal de Nueva Dehli y su color blanco resplandeciente? Por otra parte, el clima de monzón también marca una ruptura radical con el tiempo de las petromonarquías. Aquí, se puede encontrar agua bajo todas sus formas, desde las lluvias diluvianas hasta los siete ríos sagrados como el río Ganges, que nace en el Himalaya. La cadena de montañas himalayana cuenta entre sus cimas el llamado "techo del mundo", es decir, el Monte Everest de 8.848 metros de altitud. Una montaña vertiginosa con la que fantasean todos los alpinistas del planeta que viajan a Asia.
El Himalaya, inmensa barrera natural, también constituye una frontera imponente entre los dos países más poblados des mundo: India y China. Y es que a esta última no le faltan recursos para hacerle competencia a su vecina india en lo que se refiere a las atracciones turísticas. Entre éstas, podemos citar la Gran Muralla de China, que mide 6.700 km y está inscrita en el patrimonio de la Unesco desde 1987. Las ciudades chinas tampoco se quedan cortas. Pekín puede presumir de la famosa Ciudad prohibida y la Plaza de Tian'anmen, Hong Kong no deja de sorprender con sus juncos y Shanghái se afirma como uno de los puertos más importantes del mundo. Frente a las megalópolis de China, Japón compite con su Tokio, sin olvidarse de Corea del Sur y Seúl que se inscriben cada vez más en el planisferio mundial del turismo.
En el sur-este, también existen algunas aglomeraciones importantes como Bangkok (Tailandia) o Kuala Lampur (Malasia) que, gracias al Gran Premio de Fórmula 1 asegura su reputación. Pero generalmente las personas que viajan a Asia prefieren pasearse por las playas de arena blanca del lado de la costa de Indochina. Si Phuket es, sin duda alguna, la más famosa en tierras continentales, las islas son las que coleccionan las joyas del litoral asiático. En el lado oriental del continente, en el Océano Pacífico, el archipiélago de Filipinas rebosa de lagos paradisíacos al pie de relieves tallados en forma de terrazas para favorecer el cultivo de arroz. Para terminar, muchas parejas suelen elegir Asia para su luna de miel, escogiendo sobre todo las islas Maldivas.