Viajar por Europa es como atravesar los siglos, las culturas y una multitud de paisajes diferentes en un continente más reducido que todos los demás. ¡Es pequeño pero consistente nuestro Viejo Continente! Con una multitud de ciudades interesantes que pueden visitarse en un fin de semana, la península europea también atrae por sus lagos, sus estaciones de deportes de invierno ubicadas en los Alpes y en los Pirineos, así que por el perfume a pineda de sus playas mediterráneas. Frente a semejante diversidad ¡muchos son los viajeros que no saben por donde empezar!
El clima tampoco es la excepción, y el mapa meteorológico de Europa es muy variado. Las regiones situadas a orillas del mar Mediterráneo son conocidas por sus veranos calurosos y secos que complacen a los aficionados al sol. Por el contrario, el norte del continente y sus inviernos rigurosos seducen a los más temerarios en busca de adrenalina, que no vacilan en tomar las riendas de un trineo de huskies para ir a romper el hielo en Finlandia o Suecia. Tampoco se puede olvidar a las islas británicas y a Irlanda, territorios en los que la lluvia, a veces incesante, contribuye a acentuar su encanto.
Cuando uno viaja por el continente europeo, tiene la impresión de pasear por el libro de Historia de los años de instituto, sobre todo cuando se visitan países como Grecia, Italia o Francia, entre otros muchos lugares. El choque de múltiples civilizaciones ha contribuido de manera importante a la creación de países de todos los tamaños y horizontes. La sucesión de guerras que ha sacudido la vida europea durante siglos, dejando a su paso algunos lugares de recogimiento, contribuyó a fortalecer el sentimiento de un continente más vivo que nunca.
Es en el corazón de sus ciudades donde la actividad europea está en plena ebullición. Terreno de juego ideal para los amantes de la ciudad, la superficie del Viejo Continente permite desplazarse en unas cuantas horas entre varias ciudades cosmopolitas y con una gran riqueza a nivel cultural. Dentro de los primeros puestos se encuentran las románticas ciudades de París y Roma, las cuales acogen a las parejas del mundo entero. También se destacan Barcelona e Ibiza por sus fiestas que duran toda la noche, así que Londres, ciudad que sorprende al visitante con su eclecticismo artístico.
Los soñadores podrán organizar un viaje a Europa central para admirar fortalezas que parecen pertenecer a un cuento de hadas. Si el castillo de Neuschwanstein en Alemania es sin duda el más famoso (fue la inspiración para crear el de la Bella Durmiente), Austria y República Checa no tienen porque avergonzarse de sus recintos medievales.
¡Y que no se crea que el encanto europeo es sólo urbano! Los paisajes también tienen su importancia, empezando por los fiordos vírgenes en Noruega. Si bien a orillas de las aguas nórdicas rodeadas de pinos se puede encontrar tranquilidad y frescor, las aguas de Córcega en Francia o Algarve en Portugal, se esconden en pequeñas calas salvajes que son perfectas para el baño. Finalmente, es imposible evocar la naturaleza europea sin evocar Islandia. Perdida en el Ártico, esta isla es una tierra pura, con relieves brutos esculpidos por elementos que ejercen una actividad intensa que se puede ver a simple vista.
Para terminar, un viaje a Europa también se pueden amenizar con toques asiáticos durante una escapada a Estambul, ciudad turca que se constituye como un puente entre estos dos continentes vecinos. En fin, el Viejo Continente no deja que nadie se ponga de acuerdo en cuanto a sus fronteras, ya que algunos consideran que éstas se encuentran en el este de Moscú, y otros piensan que se encuentran en la extremidad oriental de la inmensa Rusia. Como es difícil encontrar una definición para este continente, Europa no deja de incitar a los curiosos a volver a pisar su suelo. Desde Lisboa hasta Tallin, poco importa cómo y cuándo, el Viejo Continente sabrá siempre sorprender al viajero.