Tegucigalpa, ''la colina de plata'' en dialecto local, se encuentra a una altura de 1.000 metros. Merece la pena viajar a Teguicigalpa ya que es una ciudad ruidosa y animada. Su centro se articula en torno a la catedral, un monumento del s. XVIII que encierra varios tesoros barrocos. Frente a ella, se encuentra el parque central, con las maravillosas fachadas del Antiguo Paraninfo Universitario (hoy el Museo de Arte Contemporáneo) y del Palacio Legislativo. Los mejores restaurantes se encuentran en el centro, mientras que el barrio de Comayagüela concentra modestos establecimientos chinos, muy baratos. Por la noche, todo el ambiente gira en torno del bulevar Morazán y la avenida Juan Pablo II.