


El Mirihi Island, un establecimiento sin pretensiones, es más una isla que un hotel y no podría ser más diferente de sus llamativos vecinos. Mirihi, cuyo nombre es el de una pequeña flor amarilla que crece en el sur de la isla, está cubierta de vegetación y cuenta con algunas de las playas más hermosas del archipiélago. Dispone de pocas instalaciones, pero son suficientes y de buena calidad. El Mirihi es un lugar totalmente relajante, y su elegancia, sencilla y natural, lo desmarca claramente del resto de establecimientos. La política de la isla refleja la de la cultura de las Maldivas, es decir, la comunión con la naturaleza. En las habitaciones no hay televisión, no oirás gritos procedentes de las actividades de animación, y tampoco encontrarás una piscina; de todas formas, ¿quién quiere una piscina cuando tiene una laguna como esta? Una piscina privada, bañeras descomunales más grandes que el salón o mayordomos devotos son todo lo contrario de lo que encontrarás aquí. Sin embargo eso no significa que el alojamiento no sea de gran calidad, todo lo contrario. La ventaja del Mirihi es su forma de recibir a los huéspedes y de transmitirles la sensación de que son realmente únicos, como anuncia su eslogan. Resulta ideal para parejas o familias que deseen pasar tiempo juntas sin las distracciones de la televisión o las actividades de animación. Asimismo, podrás disfrutar de la espléndida playa y practicar submarinismo cerca, ya que no debes olvidar que en Mirihi hay unos espléndidos arrecifes.
Imágenes: Stéphanie Poli.
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