El Amara Club Marine ofrece tres tipos de alojamiento: la habitación estándar (de 26 m2 y con capacidad para un máximo de tres personas), la familiar (de 45 m2 y con capacidad para cuatro personas en dos dormitorios separados) y la suite (de 55 m2, con la misma capacidad que la familiar y con un salón separado). Ninguna de las 400 habitaciones del hotel tiene vistas al mar, aunque todas ellas están bellamente decoradas. Están decoradas en tonos pastel, con bonitos edredones de flores y, al entrar por primera vez en ellas, te recibirán con un ramo de flores, una cesta de fruta y una botella de vino. Los equipamientos son los adecuados (televisión con pantalla de plasma, caja de seguridad de pago, productos de tocador en el cuarto de baño con bañera, minibar en el que reponen el agua a diario). La presencia del jardín muy arbolado atenúa el ruido y hace más tranquilas las noches.

Los alrededores del hotel no son muy atractivos, con la carretera bastante bacheada, aunque esta visión cambia radicalmente al entrar en el vestíbulo del hotel. Mires donde mires en este terreno de 60 ha, verás una exuberante y relajante vegetación. El Amara Club Marine es un complejo hotelero en el que predomina el color verde. Verde gracias a sus omnipresentes árboles, verde por el color de sus edificios de un piso de altura que salpican los terrenos del hotel. Con pequeños senderos bordeados de jardineras repletas de flores que te indicarán el camino a seguir en este inmenso laberinto vegetal. Es realmente agradable pasear por los jardines y encontrarse de repente con una pequeña fuente o incluso con un juego de ajedrez gigante. La sala de fitness y el spa están en la planta baja, están bien equipados y dan, cómo no, al jardín.
El club infantil hará las delicias de los más pequeños, con su pequeño anfiteatro a modo de teclado de un piano multicolor, donde además se organizan sus propias veladas de discoteca. Cabe destacar que los talleres de pintura y decoración están disponibles para todas las edades. No obstante, hay que decir que algunas habitaciones se encuentran bastante alejadas de las zonas comunes, como la piscina, los restaurantes y la playa.

El hotel propone una cocina local adaptada a los paladares internacionales. Esto significa que, en caso de que desees un plato más elaborado, deberás reservar con antelación una mesa en cualquiera de los tres restaurantes a la carta que, cabe recordarlo, únicamente abren para la cena. De este modo, tendrás la opción de elegir entre una cena turca (bajo una gran carpa decorada y acondicionada al estilo otomano), una cena de pescado fresco (frente al mar, iluminado con farolillos y decorado con salvavidas y espineles?) y una cena italiana (la decoración es más estereotipada). Con la fórmula de todo incluido es posible comer, a cualquier hora, todo lo que desees (disfrutando de bebidas locales, con o sin alcohol, gratuitas). Algo no muy habitual en este tipo de ofertas es que los zumos naturales son gratuitos. Todo ello se completa con un restaurante a la carta abierto las 24 horas y un snack bar que sirve aperitivos fuera de las horas habituales de las comidas.

La playa está ligeramente alejada de las habitaciones situadas en la parte más delantera del hotel, y está muy frecuentada en verano. No obstante es bastante agradable con sus dos zonas acondicionadas con tumbonas y sombrillas. La presencia de una plataforma en el agua, a la que se accede nadando y desde la que uno puede zambullirse en el mar, hará que te sientas como un niño? Los equipamientos son muy completos (tumbonas con colchonetas, no muy limpias pese a todo, sombrillas y toldos, mesas y bares) y un socorrista que vela por la seguridad de los bañistas durante todo el día. El único inconveniente son los cantos rodados, tanto en la playa como en el agua, muy cristalina, dicho sea de paso.

En el momento de efectuar la reserva, ten en cuenta que el hotel permanece cerrado durante el invierno, entre los meses de octubre y abril. La clientela es extranjera, principalmente rusa, que representa el 60 %.