No tardarás en conocer el lugar. Se pueden alquilar cinco bungalows. Tres de ellos pueden alojar a una pequeña familia, gracias a una mezzanine. Actualmente se están construyendo otros dos. Los nuevos bungalows se están construyendo con materiales naturales, cediendo los ladrillos el lugar a la madera. No destaca el lujo interior ni exterior, pero éste es tal vez el encanto de estas casitas. El verdadero lujo son las magníficas vistas al mar. Todos tienen televisión (con un único canal), ventilador, WC separado y cuarto de baño separado por una pequeña pared. En cambio no tienen teléfono, frigorífico, ni caja fuerte. Ésta está disponible en la recepción. Todos los bungalows poseen también una terraza frente al mar.

Es difícil aparcar cerca del hotel los fines de semana y los días festivos. Aunque el lugar no esté muy concurrido, el aparcamiento es minúsculo. Los clientes pueden dejar sus vehículos al lado de los bungalows. Se accede al vestíbulo por unos escalones, una especie de salón abierto al exterior con sofás y sillones. La recepción se sitúa en un pequeño mostrador separado. ¡Es mejor informar de la hora de llegada! Presta atención a tus pies de camino a los bungalows; ya que el camino de tierra y hierba no es muy estable. No hay instalaciones dignas de mención, ni siquiera una piscina. De todos modos, se organizan esporádicamente algunas veladas (grupos musicales) y salidas en canoa.

A orillas de la playa hay un pequeño bar-restaurante. Recuerda que éste cierra durante el ramadán. Una decena de mesas de madera engalanadas de forma sencilla con manteles azules esperan a los visitantes. Sirve primeros a 9/10 euros (ensaladas, sambassas con guarnición, calamares, etc.) platos variados de 12 a 16 euros (curry, pollo al coco, salchicha roja y especiada con patatas fritas, filete de pez espada, etc.) y postres de 3 a 7 euros (fruta, tartas, crepes, helados, etc.). Según la dirección, la carta se elabora con productos locales y cambia con el paso de las estaciones. Menú infantil a partir de 8 euros. También se sirven platos más típicos a petición.

La Baie des Tortues, un hotelito familiar regentado por un equipo de Mayotte, es un establecimiento muy tranquilo, lejos del bullicio de la capital y de las playas destacadas de la isla. Un hotel para Robinsones, en cierto modo, y también para los amantes de las tortugas. Tal vez tengas la suerte de asistir a una oviposición nocturna en la playa. Esta última, pública y abierta a todos, carece en cambio de equipamientos: ni ducha, ni sombrillas, ni tumbonas. La dirección está pensando en poner gratuitamente estos equipamientos para los clientes, aunque no ha comunicado la fecha. En el club náutico cercano se pueden practicar actividades pagando un suplemento.