El Villa del Golfo abrió sus puertas en el 2004. Se trata de un establecimiento pequeño que contiene unas 60 habitaciones, muy bien mantenido y que se caracteriza por bonitas construcciones de arquitectura sarda con tejados de teja roja. Nos encanta el estilo como de pueblo que caracteriza el lugar; no tienes la impresión de estar en un hotel, sino más bien en una casa de vacaciones, así que es muy fácil desconectar y sentirte a gusto. Para acceder a las zonas comunes tomaremos la pequeña escalera de la recepción, muy acogedora: decoración apacible y cuidada, conjunto fresco y armonioso; al verla, tienes ganas de descubrir más lugares del hotel. La planta principal solamente se compone de la recepción. En la primera planta se descubre el entorno que nos espera para esta estancia: una magnífica piscina rodeada de una terraza panorámica con vistas al mar. Un marco impresionante, casi mágico. La piscina y la terraza no son muy grandes, pero servirán para pasar unos días. La mayoría de los clientes se estiran a tomar el sol en las cómodas tumbonas, mientras los demás optan por la sombra del bar para leer un poco. La tranquilidad es muy agradable. Cuando cae la noche la piscina se ilumina con colores diferentes y crea un entorno muy acogedor. El restaurante está cerca; se recomienda alojarse en régimen de media pensión para así dedicarse a visitar la isla durante el día y almorzar fuera. Después de todo, estamos de vacaciones, ¿no? Se trata de hacer lo que quieras, cuando quieras. Después de una buena noche de descanso en las agradables habitaciones, con vistas al mar o sin ellas, el desayuno se sirve en la terraza frente al mar. Unas vistas mágicas de la bahía en un lugar en el que reina la calma; no es un sueño, ¡estás despierto!