Con 321 habitaciones repartidas entre 36 pisos, el Dusit no es precisamente un hotel-boutique, pero la hospitalidad que reina en el mismo lo convierte en intimista. Las habitaciones se reparten entre las plantas 25 y 35 y gozan de unas vistas magníficas del barrio de negocios y de Burj Khalifa. La mayoría de las plantas son de no fumadores.
Las habitaciones están situadas en altillos dispuestos alrededor del atrio del vestíbulo. Son de dimensiones adecuadas y, a pesar de que la moqueta verde y las cortinas variadas podrían parecer anticuadas y apagadas a primera vista, los toques sutiles desvelan el lado sencillo del estilo tailandés, como por ejemplo los hermosos tarros con sales de baño procedentes de Tailandia, los estores de madera y el cojín en forma triangular. Las mejores habitaciones son las que están en la esquina, en los pisos superiores: ofrecen unas vistas espectaculares del barrio de negocios situado a lo largo de la carretera de Sheikh Zayed y de la elegante torre Burj Khalifa, que se eleva hacia el cielo; paisajes que te hechizarán desde la puesta a la salida del sol. Una vez caída la noche, incluso los espantosos puentes elevados, llenos de coches, adquieren un cierto encanto. Es un auténtico placer mirar a través de las ventanas del hotel, ya que además se trata de la primera vez que nos hemos encontrado con cristales limpios. Dado que la limpieza de los cristales es difícil y costosa, la mayor parte de rascacielos ofrecen vistas espectaculares, pero no limpian las ventanas, lo que es una pena.
Lo que más nos gustó de las habitaciones fue el cuarto de baño abierto y equipado con una bañera y ventanas interiores que dan a la habitación. Todas las habitaciones disponen de una ducha separada y productos de aseo de la marca del hotel, todos ellos con un olor delicioso, especialmente el gel de ducha y baño. A pesar de estar situadas justo encima del tráfico, las habitaciones superiores son tranquilas.