El exterior del hotel se compone esencialmente de cristal, fiel al estilo del resto de los establecimientos de Dubái y también de los demás hoteles Four Points. Con sus siete plantas, el hotel no es el más grande de la ciudad, pero eso también lo convierte en un poco más íntimo que los demás establecimientos de mayores dimensiones. El interior del vestíbulo suele estar animado durante el día; hay acceso wifi gratuito, por lo que los clientes tienen tendencia a detenerse allí a cualquier hora. A la izquierda del vestíbulo, tras el espacio de descanso, se encuentra la cafetería del hotel y, a la derecha, encontrarás el restaurante principal, que se divide en dos, con el bufé por un lado y, por otro lado, una zona exterior con una atmósfera digna de un cuento de hadas en la que se sirve comida italiana. Los clientes que deseen comer allí deberán reservar mesa lo antes posible, ya que el espacio es limitado y el restaurante muy popular, en especial gracias a su decoración original, compuesta por botas de lluvia de porcelana Emma Bridgewater a modo de macetas de flores. El restaurante principal es cómodo, pero no disfruta de luz natural y, por lo tanto, es más oscuro. El personal de la recepción es muy simpático pero no se organiza bien, así que deberás armarte de paciencia. El hotel cuenta con una piscina agradable en la azotea, como la mayor parte de hoteles de Dubái. Este espacio tiene tendencia a ser ruidoso a causa del tráfico de vehículos en las carreteras vecinas, por lo que no resulta ideal para relajarse durante el día, aunque es suficiente tras un largo y caluroso día de visitas. El establecimiento también cuenta con un gimnasio y una sauna, pero no dispone de spa.