El hotel tiene dos restaurante y dos bares, pero nunca están abiertos a la vez y las cartas son idénticas. La cocina es internacional, sin muchas sorpresas. El desayuno se sirve de 6:30 a 10:30 h entre semana, y hasta las 11:30 el fin de semana, en una inmensa sala con una capacidad para 220 personas. Está decorada con bonitas lámparas victorianas, molduras en el techo, mesas y sillas de madera repartidas en dos niveles diferentes y con moqueta. Esta estancia comunica con una más pequeña ocupada por las diferentes estaciones del gran buffet. Los amplios ventanales dejan ver la vegetación. La distribución de la sala permite que muchas personas se muevan a la vez. El desayuno es continental o irlandés, según lo que escojas. Se ofrecen 10 platos calientes, además de quesos frescos, cereales, panecillos, etc. ¡Delicioso! Es posible comer un bocadillo en el bar o en el vestíbulo a la hora de la comida. Para la cena, abre sus puertas una gran sala rectangular y climatizada. Esta última cuenta con parqué claro y paredes de un amarillo verdoso pálido que lo harían muy agradable, sino fuera por el ruido, a pesar de que suele haber poca gente. Además, la carta es bastante limitada. Con un estilo irlandés tradicional, el segundo bar de la estructura abre cuando el otro está demasiado lleno.