Construido en los años 70, el establecimiento se renovó totalmente en el año 2008 y no resulta demasiado atractivo visto desde el aparcamiento exterior de la entrada. No obstante, en el interior, la decoración moderna muestra su encanto y el vestíbulo representa, sin duda alguna, una de las zonas más bonitas del hotel. Es espacioso y cómodo, con numerosos y mullidos sofás que invitan a descansar, todo ello acompañado por fotografías de gran formato que cuelgan desde el techo y una iluminación tenue. Una lástima que se aprecie en el ambiente el olor procedente de la cocina cercana. El bar del vestíbulo, abierto hasta las 23:00 h, propone espectáculos cada noche.
El recorrido por el hotel resulta agradable y la zona alrededor de la piscina está bastante bien. El suelo recuerda a la cubierta de un barco, con grandes listones de madera y amplias colchonetas colocadas alrededor de estructuras con baldaquino, cómodas y a la sombra. Este derroche de materiales blancos resulta elegante de lejos, pero, si nos acercamos un poco, observaremos que está sucio y necesitaría una reforma. La gran piscina está situada frente al mar. En el bar encontrarás aperitivos. En el sótano hay un pequeño club infantil, para niños de entre 5 y 12 años, abierto desde las 14:00 hasta las 17:00 h.