Tanto si te alojas en una de las 284 habitaciones como en una de las 31 suites, solo tendrás un deseo, imaginar que estás en tu propia casa. Es inútil intentar encontrar una habitación estándar, todas las habitaciones del hotel son superiores. Decoradas en tonos blancos y azules, las habitaciones ofrecen el máximo confort. Prueba de ello son los interruptores. No los busques (reconozco que yo lo he intentado), ya que no hay. Podrás gestionar, como mejor te parezca y en un abrir y cerrar de ojos, todos los dispositivos de la habitación desde las teclas del teléfono, situado a un lado de la inmensa cama elevada a la que, obviamente, no podrás resistirte. Las bonitas mesas bajas de madera, las vistas sobre el Bósforo, las mullidas alfombras y las demás prestaciones serán la pesadilla de los adictos al trabajo, a no ser que deseen trabajar incluso durante las vacaciones (desgraciadamente dispone de una zona con escritorio). Las mujeres no deberán preocuparse, el cuarto de baño es perfecto. Más que los simples productos habituales de tocador, encontrarás una gama de tratamientos específicos para poder cuidar el cuerpo y la mente. Aquellos que deseen realmente relajarse, encontrarán en la habitación una carta de los tratamientos que se proporcionan en el spa (como ya estarás con el albornoz puesto, te apetecerá aún más). En definitiva, deja que tus sentidos te guíen y haz sencillamente lo que más te apetezca. Asimismo, dispondrás de una caja de seguridad, servicio de habitaciones las 24 horas, 72 canales internacionales y teléfono de marcación directa internacional.