El Sumahan ha sabido combinar la arquitectura con la estética, sin caer en lo conceptual.
El hotel es fruto de una reflexión y de un diseño concebidos por Butler (una de las familias de arquitectos más célebres de Estambul); es una maravilla de cinco estrellas que revela todo su potencial a través de una armoniosa concepción de los espacios y un magnífico trabajo de restauración.
Esta antigua destilería de raki del siglo XIX, que da directamente al Bósforo, constituye un buen ejemplo de arquitectura postindustrial y un interesante modelo de restauración.
Nos ha gustado la capacidad que posee para aportar sensaciones a través de la arquitectura. Los materiales (madera y mármol, acero y ladrillo, lino y encaje) y los colores (verde, gris, azul) se combinan a la perfección con la pureza de las líneas, que cortan el aire y se elevan hacia lo más alto, ofreciendo una interpretación moderna de una construcción tradicional.
El corazón del Sumahan consiste en el espacio central situado junto a la recepción, lugar donde podrás descansar o leer (gracias a una buena biblioteca que incluye revistas y fotografías sobre arquitectura) o donde, en invierno, podrás disfrutar al calor de la chimenea. Es tranquila, luminosa y de líneas depuradas.
También en los pasillos de ladrillo que llevan a las habitaciones descubrirás esa sencillez que, en su parte exterior (del lado del Bósforo) posee un estilo más clásico: aquí atraca la barcaza privada del hotel que realiza, dos veces al día, el trayecto para llegar a la orilla europea.