Todas las habitaciones son iguales: 15 de ellas se encuentran situadas en la primera planta y 17 en la planta baja. Todas son iguales y, aunque no disponen de demasiada luz, están muy limpias. Su punto fuerte es la bonita terraza, con una superficie de unos 30 m2 equipada con tumbonas. Es un lugar ideal en el que podrás dormir la siesta o tomar el sol. No busques el aire acondicionado, ya que las habitaciones únicamente disponen de un ventilador para sofocar el calor en los días más soleados.
También observarás la sencillez, casi espartana, de la decoración en el cuarto de baño: las baldosas blancas y el bidé, a pesar de ser un tanto antiestéticos, tienen un aspecto funcional. Por la ventana podrás escuchar el canto de las alondras. Desde luego, es un hotel que se elige por su tranquilidad y no por la decoración de sus habitaciones.
En resumen, el hotel cuenta con 32 habitaciones, todas ellas dobles, separadas en dos zonas: las primeras están en la primera planta del edificio principal, mientras que las segundas, más alejadas de las zonas comunes, están en medio de la naturaleza, en el sendero que lleva al mar, y están edificadas a modo de pequeñas casitas individuales. Ambos tipos de habitaciones tienen sus ventajas: dependiendo de tus preferencias, te recomendamos unas u otras.
Nos han gustado las habitaciones casi individuales construidas en plena naturaleza. Disfrutarás de una gran tranquilidad y te dará la impresión de disponer de la isla para ti solo.