El hotel abrió sus puertas hace 50 años, aunque se renovó por completo en 2007. Además, en las paredes de la recepción encontrarás interesantes fotografías, en blanco y negro, que son fiel testigo de la tradición familiar y reflejan la Formentera de otras épocas.
De un tamaño entre mediano y grande (para la isla), cuenta con una fachada exterior demasiado austera y de cemento que no es reflejo de lo que oculta en su interior. Basta con entrar en la recepción para descubrir una decoración moderna, con un diseño sencillo, que satisfará los gustos de las parejas jóvenes (y no tan jóvenes) que buscan un agradable establecimiento para sus vacaciones.
El bar principal (y el único) se encuentra en la prolongación de la recepción, que retoma además las estilizadas líneas del establecimiento: el mostrador domina el centro del espacio con una máquina de café especial para el café cargado (increíble pero cierto). Los sillones y sofás disponibles hacen de la zona un lugar frecuentado cuando hace mal tiempo o cuando refresca por la noche.
En la parte trasera encontrarás la piscina principal, con vistas a los pinos. Está rodeada por una zona de entablado de madera que forma una terraza donde podrás tomar el sol. Es relativamente grande, con respecto al tamaño del hotel, y dispone de una piscina infantil para los más pequeños. También en la parte de atrás está el pequeño sendero privado que lleva a la playa (pública en este caso).