Construido en 1993 y renovado en 2001, el Palms sabe dejar una buena impresión desde el primer momento. Con el vestíbulo acondicionado en una casa de estilo antiguo (pequeño mostrador de madera barnizado, velador y alfombra que cubre el suelo de baldosines), el hotel parece principalmente recordar a una casa de huéspedes más que a un gran establecimiento. Pero no te confundas porque las habitaciones no están encima de la recepción. Esta zona está reservada a una biblioteca y a un salón de juegos (billar, mesas de bridge). Debajo encontramos un pequeño centro de acondicionamiento físico con jacuzzi, sauna, hammam y sala de fitness. En lo que respecta a la piscina, ésta está situada más abajo de la torre que alberga las habitaciones. Espaciosa (400 m²), con una zona para los niños, está rodeada de un solárium de cemento que ganaría mucho si lo acondicionaran con plantas verdes. Los equipos en cambio son de buena calidad: tumbonas de plástico forrado y toallas disponibles gratis, sombrillas por 1,5 € al día. Y se aprecia mucho las impresionantes vistas al océano.