Seis metros de alto, ni uno menos. Esta es la altura de los techos del salón que se utiliza como recepción en el Palazzo del Corso, antiguo palacio abierto en 2006. Añádele unos parqués preciosos, espejos biselados, un hermoso mobiliario del siglo XIX, sofás y sillones con unas profundidades casi abisales y música clásica de fondo. Sin duda, el lugar es elegante. Totalmente recomendable.
Además de esta recepción grandilocuente a la par que acogedora, encontramos una vinoteca que ocupa toda la pared (no olvidemos que los techos miden 6 metros, ¡hay sitio de sobra para exponer las botellas!). Un ascensor de cristal conduce a la última planta. Aquí encontramos un bar ultra moderno con vistas muy bonitas y una terraza panorámica. Junto a la piscina se ha instalado un restaurante concurrido y con mucha fama -conseguida por méritos propios-. Evidentemente, el hotelero tiene un acuerdo con una playa privada al sur de la isla (magnífica arena fina y mar turquesa estilo Maldivas). Junto a la piscina (6 m X 2,5 m) se han instalado unas camas grandes de día que invitan peligrosamente a echarse una siesta. Un jacuzzi espera a los amantes de las burbujas. De las otras burbujas, como de las del pro secco, el champán local, se ocupa el camarero. Una locura: el hotel alquila un yate de 16 metros de eslora con tripulación. No es muy caro si lo alquiláis entre varios. Y es todo glamour.