Le Paradis Palace tiene más de 500 habitaciones, las cuales ofrecen todo lo necesario para pasar unas plácidas vacaciones: televisión por satélite (una veintena de canales, entre ellos TVE Internacional), teléfono, calefacción y aire acondicionado, mini-nevera, secador de pelo, caja fuerte (de pago). Todo tiene aspecto de nuevo (la habitación en general, el mobiliario, los sanitarios, la decoración del baño, etc.) y la limpieza e higiene son más que manifiestas. Se respira una fragancia ?artificial- a jazmín y rosas. Las vistas de las habitaciones pueden ser al mar y la piscina (el 10%) o al jardín, repleto de palmeras. La decoración es sencilla y funcional, de corte clásico, en la habitación, y en el balcón es de estilo colonial (un par de cómodas butacas junto a una mesa). Si optamos por alojarnos en el bungalow, encontramos un estilo similar al de las habitaciones pero en un espacio ligeramente más amplio. Los bungalows pueden estar en planta baja o en la primera planta: los primeros tienen un pequeño jardín particular (en el que se incluyen un par de hamacas) y los segundos, un balcón, muy similar al de las habitaciones estándar.

Construido en el año 1973, el hotel Le Paradis Palace fue renovado por completo en 2007: se reconstruyó y renovó a partir de unos trabajos que supusieron una transformación íntegra del establecimiento. El resultado es un hotel muy actual y de lujo donde sus cuatro estrellas brillan con bonanza. El edificio, cuya estructura parece estar inspirada en la arquitectura musulmana, se levanta en un terreno de cinco hectáreas. El edificio principal consta de tres plantas y uno de sus lados mira hacia la piscina y el mar. Esta mole está arropada por un conglomerado de bungalows de aspecto colonial, abrigados a su vez por un palmeral muy bien cuidado y conservado (se pueden contar hasta 1.200 palmeras). El respeto por el entorno es palpable precisamente en la consideración de las palmeras: no se ha talado ninguna de éstas para la construcción del hotel y esto se puede comprobar en la zona de los bungalows ya que algunos modifican la estructura para mantener el firme crecimiento de los árboles palmáceos. En total son algo más de 500 habitaciones (200 del bloque central y 300 de los bungalows) cuya capacidad asciende a 1.100 camas. Tres piscinas exteriores (con tobogán y bar enclavado en el agua) y una interior climatizada (abierta de noviembre a finales de abril) son los lugares donde nos podemos dar un chapuzón. Las principales estancias del hotel, como el lobby, el restaurante y la piscina están comunicadas por unos amplios pasillos y saloncitos en los que unos cómodos sofás permiten disfrutar del relax de la espera o la lectura. Además, en el hotel hay varios lugares donde disfrutar de una copa o una buena sobremesa. Uno de los más coquetos es el café moro, un lugar que además de ser muy amplio y cómodo, tiene una decoración digna de museo. Precede el edificio principal del hotel el centro balneario, un coqueto lugar para renovarse y experimentar gratas e inolvidables sensaciones. Baño turco, cabinas de masajes e hidroterapia, ducha jet, envoltura de algas, chocolaterapia, hasta un largo etcétera componen el abanico de tratamientos que el cliente puede recibir por un precio razonable. El centro, de ambiente refinado y relajante, suma más de 800 metros cuadrados incluyendo un centro de belleza (Elyssa) y una peluquería que puede atender hasta 170 personas por día. Cuenta con un campo de tenis, que pueden utilizar los clientes de forma totalmente gratuita. Hay Wi-Fi en la mayor parte de la planta baja del hotel.

El hotel cuenta con un restaurante principal en el que se sirven ricas recetas de una gastronomía que se puede catalogar como internacional. En él se encuentran platos de carne, pescado, verduras, sopas, ensaladas, dulces, frutas, etc. El cliente tiene opción de disfrutar de platos recién hechos gracias a la tarea de dos o tres cocineros que cada día preparan carne o pescado a la plancha, pasta (normalmente funcionan tres planchas) o algún postre ocasionalmente. El horario del restaurante es bastante cómodo: desayuno de 6 a 10; almuerzo de 12:30 a 14:00, y cena de 18:30 a 21:30. El horario de la cena quizá se quede corto para el público español, pero no hay que olvidar que las comidas se celebran en Túnez en unas horas distintas a las que estamos acostumbrados los españoles. Las bebidas que se toman en estas comidas deben abonarse por separado. En este amplio comedor, que está muy limpio y es luminoso, se preparan tres veces por semana menús especiales: tunecino, oriental e italiano. Otro restaurante interesante del hotel es el que se instala en la piscina, que en definitiva consiste en una gran barbacoa donde se preparan carnes y pescados a la brasa. En él también se sirven platos como pizzas y snacks, además de cualquier tipo de bebida. En general, la comida de Le Paradis Palace es de gran calidad. Los platos son sabrosos y la materia prima es buena. Eso sí, al tratarse de un cuatro estrellas, se echa en falta algo más de variedad en los platos ofrecidos.

Llegar a la playa privada del hotel no puede ser más fácil: existe un enlace directo desde el recinto en el que se encuentra la piscina. En este marco de blanca arena y limpias aguas, el cliente puede relajarse tumbándose en las tumbonas gratuitas que le ofrece el hotel. Este equipamiento permanece durante todo el año en la playa. Adosado al hotel se encuentra un club náutico el cual ofrece una amplia oferta de ocio para pasar un buen rato en el agua. Jet esquí y submarinismo son algunos de los deportes que se pueden practicar gracias a este servicio que no está incluido en la tarifa del hotel. En cambio, Le Paradis Palace sí que ofrece varias actividades marinas de forma gratuita a sus clientes: patinetes, canoas y wind-surf, entre ellas. También con el mar de fondo, puedes echarte una partida de fútbol playa o vóley-playa junto a la hamaca facilitada por el hotel.

Es un lugar ideal para pasar las vacaciones en familia o acompañados de la pareja, en un ambiente de tranquilidad y con la posibilidad de practicar una nutrida oferta de deportes o participar en divertidas actividades lúdicas. Los huéspedes se pueden alojar en habitaciones dobles o en bungalows, unos pequeños estudios que si están en la planta baja se acompañan de un pequeño y coqueto jardín particular. Que se trata de un hotel moderno se aprecia desde la llegada, ya que el mobiliario del lobby es totalmente actual. La sensación de hotel nuevo se mantiene en el conjunto de las estancias. La decoración es de estilo árabe-colonial, permitiendo envolvernos en un refinado aire tunecino. No hay que perderse el centro balneario integrado en el complejo del hotel: las instalaciones son fabulosas, el servicio, impecable. Una lanzadera lleva cada día de forma gratuita a los clientes a los principales campos de golf de la zona: Citrys y Yasmine.