No son habitaciones, sino villas acondicionadas de una manera original y equipadas a la moda y con la última tecnología. 100 en total, 40 con piscina privada. Todas tienen vistas al mar. En las habitaciones, una plataforma central alzada unos centímetros y rodeada de una cortina esconde la cama, un pequeño sofá, una bañera en el suelo, una pantalla plana y una cadena musical. Este espacio forma una especie de habitación en medio de la villa. Varios escalones más abajo, delante de la cristalera que comunica con la terraza, hay un salón más espacioso con un gran sofá con vistas al jardín, porque aquí, cada uno tiene su pequeño jardín con césped y un cocotero plantado. Un sueño hecho realidad.
Este es en el caso de las villas más sencillas, pero algunas tienen 2, 3, 4 e incluso 5 habitaciones. Ideales para venir con toda la familia.
Las villas que cuentan con su propia piscina tienen a su disposición otra villa con el salón y el comedor. Muy espaciosa, pero no es nada acogedora. No muy bien acondicionada, más de diseño que práctica, con un sofá esquinero situado en cada esquina de la habitación y, en el medio, una mesa alta con sitio para 10 personas. Al igual que en el caso de las villas de una habitación, si solo sois dos, este espacio no está adaptado y, por tanto, no sirve para nada. No es muy acogedor, aunque sí de diseño, y pierde todo su interés a menos que conozcas a gente alojada aquí y organices alguna cena.
El cuarto de baño es muy lujoso. Espacioso, con parqué en el suelo, dos lavabos, una ducha y wc separados y, al fondo, un pequeño patio con una ducha exterior. El lavabo, igual que la bañera de dentro de la habitación, es de cáscara de huevo. Sí, has leído bien.