Se accede al bungalow por una terraza de madera que da al mar. Túmbate en la hamaca, dejándote acompañar por el sonido de las olas y el canto de los colibríes al resplandor de las velas. La terraza es lo suficientemente amplia para tener una mesa, dos sillas de madera (con cojines) y una mecedora. Con una superficie de 25 m², la estancia está decorada con mucho encanto, mobiliario de madera y tres cuadros con motivos florales. No incluye televisor, pero es mejor así: desconexión completa de lo que pasa en el mundo. Sí que incluye climatización y un ventilador en el techo, una pequeña caja fuerte con llave (gratis), una neverita con minibar, teléfono y acceso inalámbrico a Internet gratis. Es una lástima que las camas sean algo pequeñas y chirríen un poco. El cuarto de baño, limpio y con una decoración coqueta (cerámica, baldosas blancas), incluye ducha (es difícil ajustar la temperatura del agua), aseos, bidet, pañuelos, secador de pelo y productos de aseo. El servicio de habitaciones funciona hasta medianoche.

Construido en 2001, el Mini Sagu Resort se somete a renovaciones cada año. Está integrado por nueve acogedores bungalows distribuidos en tres edificios (uno de ellos tiene dos plantas) que se hallan en un exuberante bosque tropical. En la parte alta del jardín hay un ofuro, una especie de jacuzzi en un tonel de madera con agua a 40 º C. Desde allí tienes una fantástica panorámica sobre el mar. También hay una ducha tropical y una terraza de madera en la que te pueden dar un masaje. Cerca de recepción está la sala de descanso, distribuida en dos niveles, que incluye una biblioteca, un televisor y un ordenador con acceso a Internet en el segundo nivel. No necesita piscina: tendrás a tus pies la más grande del mundo...

El Toscanelli Brazil, el restaurante a la carta del Mini Sagu Resort, ofrece una de las mejores cocinas de Ilha Grande. Como sus propietarios son italianos, en la sala con capacidad para 35 comensales podrás saborear los platos de la Italia natal del chef. Te recomendamos su excelente risotto; los tomates, sin embargo, no están a la altura. La comida se sirve de 13:00 a 22:30 h con vinos brasileños, chilenos y argentinos. Podrás desayunar junto al mar, cerca del embarcadero, entre las 7:30 y las 10:30 h, acunado por el sonido de las olas. Degustarás deliciosas frutas tropicales, zumos de sandía o mango, queso, embutidos, huevos o las salchichas que preparan en una gran olla negra. Una pequeña casita en miniatura suspendida en el aire sirve de cobijo para los colibríes, que también vienen a buscar su comida. El bar está abierto de 14:00 a 1:00 h. Puedes tomar café gratis a cualquier hora del día.

Un caminito que recorre la costa de Ilha Grande te lleva a sus playas, vírgenes y salvajes. Allí no encontrarás chiringuitos, tiendecitas, restaurantes, tumbonas ni sombrillas... ¡Pero mejor así! ¿Quieres una ducha? Seguro que te encantará refrescarte bajo una cascada natural. El entorno es paradisíaco: la montaña recubierta de selva tropical se une con el Atlántico, con rocas de granito dispersas por toda la isla. Antiguo refugio de corsarios, esta isla del tesoro sería el escenario ideal para una película de aventuras. El Mini Sagu Resort ofrece gratis kayaks para descubrir sus alrededores.

Pero cuidado: el Mini Sagu no es un resort a pesar de su nombre, así que no te esperes un complejo "todo incluido". Se trata más bien de un acogedor hotelito de 9 habitaciones y un buen restaurante italiano (sus propietarios vienen de Italia). Ten en cuenta que si quieres ir a Ilha Grande desde Mangaratiba (a 49 km al norte de Angra dos Reis), el barco espera a que haya suficiente gente para zarpar. En temporada baja, pues, corres el riesgo de quedarte todo el día en el puerto. Además, la travesía dura 1 hora y media. Por ese motivo, te aconsejamos que cojas una embarcación con motor en Conceiçao de Jacarei, en dirección hacia el pueblo de Angra dos Reis. El trayecto dura unos 40 minutos y tiene horarios fijos: a las 11:30, a las 14:00 y a las 17:00 h. No hay coches en Ilha Grande, así que prepárate para caminar por las arenosas calles del pueblo o los senderos del bosque tropical... Pero, ten en cuenta que la isla tiene grandes pendientes: el punto más alto está a 1.000 metros de altura. No hay correos, ni sellos, ni cajeros automáticos en toda la isla.
No necesitarás contratar a un guía en la isla: puedes pasearte tranquilamente por la selva, gracias a su óptima señalización y sus caminos bien balizados (¡lo nunca visto en Brasil!). Te costará decidirte entre las muchas actividades que ofrece la isla: hacer submarinismo, nadar con tortugas de mar, descubrir en barco el archipiélago, organizar excursiones a pie por la selva tropical, bañarte en las aguas cristalinas de cascadas y piscinas naturales... El ascenso a la cumbre de la isla, que alcanza los 980 metros, ofrece una panorámica excepcional de la bahía de Angra dos Reis. Calcula unas 3 horas para subir y 2 para bajar. Tienes a tu disposición un ordenador con acceso a Internet gratis, aunque la conexión es lenta. La conexión inalámbrica es gratuita en todo el recinto.