El Vera Santa Marina, abierto en 1996, está situado al borde de la carretera, por lo que hay varias zonas en las que se oye el ruido del tráfico. Al entrar te recibe un vestíbulo con el techo de cristal, aunque a pesar de ese detalle la estancia es bastante sombría. La decoración debería actualizarse un poco. Justo debajo, está la sala del restaurante y, si te diriges hacia el exterior, accedes a la piscina del hotel. Esta gran piscina rectangular carece totalmente de encanto, pero al menos el solárium tiene capacidad para mucha gente. Las tumbonas de plástico y las sombrillas se ofrecen gratuitamente. Hay algunas instalaciones deportivas para mantener la línea: pistas de tenis, de baloncesto, de petanca y de voleibol. Una cosa es cierta, ¡el hotel está bien cuidado! Las últimas renovaciones datan de 2009.