El hotel, excelente en su categoría, ofrece un servicio y unas instalaciones impecables. El trato es muy distendido y uno se siente rápidamente como en casa. En verano el hotel acoge a muchos franceses y puertorriqueños. Las palmeras y la vegetación exuberante hacen que uno se olvide de las construcciones tipo "hormigón" un poco vetustas del hotel y, en particular, del edificio de ocho plantas adquirido por el Decameron en 1994. Afortunadamente éste da al mar y ofrece espléndidas vistas a la bonita playa del hotel. La guinda del pastel son las tres piscinas muy grandes equipadas de tumbonas. Un puente conecta las piscinas.