Dispone de suites o habitaciones estándar en las que la temperatura oscila entre -8 y -5°C y los clientes lo describen como una experiencia fuera de lo común. Las noches son frescas en el Ice Hotel, por lo que el establecimiento proporciona un saco de dormir ultra resistente y una bolsa con comida. Lo mejor es meterse en él con poca ropa y ponerse un gorro de lana. El somier de hielo está recubierto por una piel de reno muy aislante. Al final lo más difícil es salir de la cama por la mañana para correr a la ducha instalada en una cabaña de madera situada frente a la recepción. Los visitantes suelen pasar una noche en el Ice Hotel antes de ir al hotel caliente, que pone a su disposición agua corriente, wifi y televisión.

Con una superficie de cerca de 5500 m², 70 habitaciones y 160 camas, el Ice Hotel posee una gran capacidad a pesar de su poco tradicional material de construcción. También dispone de una capilla de hielo donde se celebran al menos 100 matrimonios y 150 bautizos al año. Además de un restaurante y del famoso IceBar, ideal para degustar un buen cóctel a -5°C. Un vecino hotel de madera con habitaciones climatizadas y una capacidad de 160 camas recibe a los más frioleros.

Aunque el restaurante no está completamente construido con hielo, la mayoría de los platos se sirven en pizarras heladas. El Hembygsgarden sirve una cocina tradicional y refinada que se degusta mientras se disfruta de una vista excepcional sobre el río Torne.

A pesar del material de construcción, las autoridades suecas han exigido la instalación de alarmas contra incendios. No es que el hielo pueda arder, pero las pieles, cojines y bienes personales de los clientes sí corren un riesgo. La propagación del humo podría provocar que se hundiesen las infraestructuras. Aunque por la noche sirve para dormir, de día se convierte en museo. Es una auténtica "obra de arte" y los turistas acuden por decenas.