Las 49 habitaciones del Kilifi Bay están bastante bien repartidas en todo el jardín del hotel. Son de planta baja, por lo que es fácil acceder a ellas. Para los amantes de la tranquilidad, reserva alojamiento en el jardín. Los demás deben saber que algunas habitaciones se encuentran justo delante de la piscina. La terraza es bastante grande para acoger una gran tumbona y mobiliario de jardín. En el interior, la cama antigua está cubierta por una mosquitera. Pocos detalles caracterizan la sala, la decoración es casi inexistente. En cambio, no falta el teléfono ni el servicio de habitaciones. Un pequeño tocador instalado en el pasillo que conduce al cuarto de baño permite ponerse guapos. El tamaño del cuarto de baño se queda corto. Hay jabón, gel y champú.

Trato muy cordial en el Kilifi Bay. La amabilidad y la sonrisa del personal ponen de buen humor. El vestíbulo disfruta de una bonita luz exterior. Un asiento situado en el centro de la sala permite acomodarse. En cambio, deberían cambiar los tejidos. Sin esperar demasiado nos dirigimos directamente a la piscina. El Kilifi Bay tiene dos. La primera, bastante aislada, no parece muy concurrida. No dispone de tumbonas. La segunda, en el centro del hotel, es la zona común principal. Sus formas redondeadas se funden perfectamente en el decorado rodeado de vegetación abundante. En este caso la piscina está rodeada de tumbonas. Aunque el hotel organiza animaciones en este lugar, la hora de la siesta, de 15:00 a 17:00 h, siempre se respeta.

Hay dos restaurantes que comparten cartelera en el Kilifi Bay. El restaurante principal, el Fisherman's, abre para las tres comidas del día. Funciona en forma de buffet. No siempre es fácil acceder a él ya que se encuentra al final de la sala. Se sirve una cocina más bien internacional aunque también se pueden probar platos locales. Es una lástima que las mesas estén dentro, aunque la sala está bien ventilada. El segundo restaurante, el Teppan Yaki, especializado en marisco, funciona a la carta. Los precios oscilan entre los 15 y los 30 euros.

Las playas de Kenya son públicas, por ello el hotel no ha podido instalar tumbonas en la arena. Es una lástima ya que el lugar es bastante amplio para que los clientes no estén demasiado cerca. El aspecto positivo es que como las tumbonas están en el césped del hotel, los bañistas se muestran menos virulentos. Hay vigilantes para evitar que molesten a los clientes. A orillas del agua, la arena fina tiene un bonito color. pero deberás ponerte sandalias para entrar en el agua ya que la orilla está llena de corales muertos. También será difícil bañarse con marea baja, dado que el mar se retira hasta la barrera de coral.

Para los curiosos, Mombasa no tiene demasiado atractivo turístico, pero sería una pena no dar un paseo por el casco antiguo. Al barrio no le vendría nada mal una renovación. El Fuerte Jesús es un lugar interesante para visitar. Su historia es apasionante. Lo construyeron en el siglo XVII los portugueses con el objetivo de proteger la entrada al puerto.
Es importante saber que en Kenya no se puede hacer topless, está prohibido y castigado por ley.
El hotel se renueva en temporada baja. Entonces cierra sus puertas, entre abril y mayo.